Arzalluz, aquel jesuita con boina

Debo confesar que Xabier Arzalluz, aquel joven jesuita ensotanado que cantaba y hacía cantar entusiasta el Cara al Sol a sus alumnos de Tudela, ha sido uno de los personajes más interesantes, por contradictorio e inquietante, que he conocido en mi vida.

De una gran contextura intelectual que solo ofrece la combinación del caserío y la Alemania de Enmanuel Kant y Oswald Spengler, Arzalluz, el hijo luego exclaustrado de Ignacio de Loyola, se ha ido al otro barrio en la creencia de que a ojos de los vascos no nacionalistas y del resto de los españoles "soy la personificación del mal…".

Opinión

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Del caserío sacó la astucia del aldeano y la capacidad para el regate en el trato. Pudo hacerse una foto coronado bajo las siglas del PP de Aznar y unos meses más tarde irse hasta Estella (Navarra) a pactar con los etarras. Del profesor de Deusto la soberbia intelectual del que se considera superior y, además, articular una teoría científica sobre el ADN vasco como quintaesencia del ser europeo. De Spengler aprendió que repetir mil veces una mentira (nación vasca, RH, historia grandiosa, etc.) consigue engañar a millones que quieren que se les repita lo que desean.

Resulta realmente estremecedor que para un ser humano que ha bebido en las fuentes "universales" de la Iglesia el final de su vida pública y privada fuera una sacristía donde los del RH positivo vistieran capelo cardenalicio y el resto vulgares monaguillos. Porque eso es lo que intentó en el País Vasco.

Supongo que si el Dios al que rezaba los domingos existe le estará interrogando a esta hora por sus apoyos indisimulados a los asesinos de ETA

Supongo que si el Dios al que rezaba los domingos, cuando se dirigía a la parroquia de Galdácano, existe le estará interrogando a esta hora por sus apoyos indisimulados a los asesinos de ETA. Llevaba dentro toda la furia española de la que fue capaz.

Y, en el fondo, despreciaba a sus sucesores al frente del partido de Sabino Arana. A Urkullu y Ortúzar, con su sermón sobre la "templanza", los despreciaba por cobardes y mercaderes. El era un 'gudari' retardado; el resto ordenanzas y machacas.

Que se lleve tanta paz como descanso deja.