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Graciano Palomo

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El rey paciente

Ante la avanzadilla (modernista y sin fronteras) del progreso tecnológico mundial reunida en Barcelona (quizá por última vez), el Rey de España dejó patente sus credenciales

Foto: El rey Felipe VI durante la cena de gala al presidente peruano, Martín Vizcarra. (EFE)
El rey Felipe VI durante la cena de gala al presidente peruano, Martín Vizcarra. (EFE)

Alguien calificó a Felipe VI como el "rey prudente". Lo anterior no desmerece que, a la vez, sea el "rey paciente". Es difícil encontrar un caso como el suyo entre los jefes de Estado del mundo libre.

Si su escuela de aprendizaje no hubiera sido tan estricta y su sentido de la responsabilidad, adobado con miajas de gran sentido del humor desconocido para el gran público, decayera ante las afrentas, comprendería que una mañana se levantara, abriera las ventanas en su residencia de Somontes, reuniera a su familia y les anunciara que ¡hasta aquí llegó el agua!

Lo ocurrido en Barcelona al socaire del Mobile World Congress (MWC) resume con bastante exactitud la cicuta institucional que le obligan a beber, ora una alcaldesa con hechuras de mucama, ora un investido político con tintes supremacistas.

Ante la avanzadilla (modernista y sin fronteras) del progreso tecnológico mundial reunida en Barcelona (quizá por última vez), el Rey de España dejó patente sus credenciales. Subrayó su porte de soberano constitucional y su perfil de español/europeo universal acorde con su tiempo al que un revoleteo constante de vuelos gallináceos no van a torcer el paso. Ni le harán cambiar de acera. Un jefe de comunidad autónoma que baila —sumiso y en posición genuflexa— el agua a un prófugo glotón, sedicioso y malversador y una alcaldesa sin referentes intelectuales ni morales son poca cosa para el representante de la tercera potencia europea que hace ya más de cuarenta años vive su propio y democrático destino.

El Rey de España dejó patente sus credenciales. Subrayó su porte de soberano constitucional y su perfil de español/europeo universal

El rey Felipe devuelve el desdén, el desprecio y hasta la injuria personal que ventean sionistas por precio en TV3 con su mejor arma: el silencio. Lo ocurrido el pasado lunes en Barcelona fue llover sobre mojado. Tuvo, sin embargo, una gran virtualidad. Que los miles de mujeres y hombres llegados a la Ciudad Condal desde todas las partes del mundo para subirse a lomos de la tecnología y la modernidad de nuevo cuño que empequeñecen el planeta y derriban concepciones feudales de la actual existencia sepan que España tiene como abanderado un rey señor, educado, respetuoso, que sabe interpretar los nuevos tiempos con altura y dignidad.

Dignidad no es otra cosa que merecer el mejor tratamiento que uno pueda recibir.

Alguien calificó a Felipe VI como el "rey prudente". Lo anterior no desmerece que, a la vez, sea el "rey paciente". Es difícil encontrar un caso como el suyo entre los jefes de Estado del mundo libre.

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