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Graciano Palomo

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Lo del Titanic no fue cosa de Di Caprio y Céline Dion, no. La realidad de aquel desafío humano a las leyes del mar fue consecuencia de la soberbia en desmesura

Foto: Imagen del Titanic
Imagen del Titanic

Los tácticos (que no estrategas) de Ferraz, esto es, Iván Redondo, porque no hay otro que le haga sombra, han decidido que el Titanic es su santo y seña, el icono que le permitirá entrar a Sánchez en el reino de los cielos en esta ocasión con la 'auctoritas' bajo el brazo porque hasta el momento solo sobrellevaba 'potestas', ordeno y mando.

Ignoro el impacto que ventear una tragedia oceánica pueda tener entre las huestes izquierdistas, pero me temo que nada o poco. El Titanic se hundió por soberbia y por descuido. Y veo a mucho sanchista tocando el saxofón, celebrando por adelantado el hecho de seguir cuatro años más retozando en la mamandurria. ¡Pudiera ser!

Foto: Pedro Sánchez, en la presentación de la campaña del PSOE para las generales del 28-A, este 2 de abril en el WiZink Center de Madrid. (EFE)

Todo el mundo (o casi) da por hecho que el 28-A será el primer triunfo electoral de Sánchez y después de ahí, a ver quién le baila. Si con 84 escaños ha perpetrado lo que algunos conocemos, habrá que verle agarrado a la escoba de una mayoría parlamentaria. La verdad es que el conjunto de la oposición —Podemos incluido, aunque difícilmente se podría considerar a Pablo Iglesias, oposición, porque la única oposición que hace es a un ministerio— se lo está poniendo realmente fácil.

La orgía de 'aznarismo' que invade el Partido Popular —que ha conseguido meter nombres de antaño, quemados en la gestión del 11-M, solo falta Alejandro Agag— está provocando un serio maremoto en las filas PP (nadie osará decírselo a Casado hasta que llegue el momento) y una desafección entre la militancia que no quiere reeditar lo caduco y añejo. En Ciudadanos nadie se aclara sobre casi nada y la otra orgía (fichajes) desconcierta a todos, salvo a su comandante en jefe. VOX, al final, no deja de resultar una coartada para Sánchez/Ábalos que están encantados con lo que parece ser una irrupción imparable de Abascal/Dragó y viceversa.

Lo del Titanic no fue cosa de Di Caprio y Céline Dion, no. La realidad de aquel desafío humano a las leyes del mar fue consecuencia de la soberbia en desmesura.

Sánchez, ¿no recuerdas aquello que le ocurrió a Felipe González que él mismo describió como "morir de éxito"? Ya, estabas jugando al baloncesto.

Los tácticos (que no estrategas) de Ferraz, esto es, Iván Redondo, porque no hay otro que le haga sombra, han decidido que el Titanic es su santo y seña, el icono que le permitirá entrar a Sánchez en el reino de los cielos en esta ocasión con la 'auctoritas' bajo el brazo porque hasta el momento solo sobrellevaba 'potestas', ordeno y mando.