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Se impone la "España del braserillo"
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Graciano Palomo

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Se impone la "España del braserillo"

Mal vamos cuando después de cuatro décadas de democracia lo irrelevante se ha convertido en norma y el dime y direte ha terminado por constituirse en categoría

Foto: El número dos del PSOE por Burgos, Agustín Javier Zamarrón, en la jornada de constitución de las Cortes. (EFE)
El número dos del PSOE por Burgos, Agustín Javier Zamarrón, en la jornada de constitución de las Cortes. (EFE)

Tampoco es que sea una seña de identidad exclusiva 'made in Spain', justo es reconocerlo, pero sí que tiene por estos lares una significativa representación diaria. Día a día, acontecimiento tras acontecimiento relevante, se afianza la "España del braserillo", la irrelevancia como norma, el dime y direte, la orgía acumulada de fatuidades en asuntos de comer que sí son transcendentes.

Lo pudimos ver y comprobar hace unos días con ocasión de la constitución de las nuevas Cortes Generales donde, al decir y ventear de la mayor parte de los medios, lo importante era de qué color llevaba la corbata aquél, o si la diputada cuál repartía ósculos por doquier. Allí había un elenco de dirigentes políticos con la responsabilidad de dar soluciones a graves problemas planteados en la cuarta potencia de la Unión Europea, pero lo mollar, al parecer, era el cogote pelado de Junqueras y su saludo a modo de cita previa con Sánchez.

Suma y sigue. Luego vino aquello del variopinto diputado catalán, Zaragoza, incrustado entre Abascal y Espinosa de los Monteros, y el lugar en que se sienta cada cual como si ello tuviera algún efecto taumatúrgico relativo a los problemas del paro, la precariedad laboral, el déficit inaguantable de la Seguridad Social, el desmadre en las cuentas públicas o la solución a las perentorias cuestiones de la llamada "España vaciada" que continúa esperando siquiera un mero requiebro de los nuevos mandamases ahora que las campañas electorales han finalizado y no hay que seguir engañando a nadie.

Lo que me maravilla es que la prensa progubernamental o directamente gubernamental (nunca en democracia hubo tanto de esto) se refocila a diario con los "braserillos" de los que han hecho el santo y seña de su proceder informativo y especialmente 'opinativo'.

Foto: El rey Felipe VI recibe a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, quien le comunica la composición de la Cámara en la XIII legislatura, en el Palacio de La Zarzuela. (EFE)

Sin embargo, algunos rictus si dejaron al descubierto de qué va a ir la legislatura que empieza mal con el "problema Batet", que parece mentira que presuma de profesora de Derecho Constitucional. Debía tener paperas cuando impartieron esa asignatura en la universidad.

Ese rictus avanza claramente que lo que se dijo de Sánchez durante los debates electorales era cierto. Va a intentar resolver el irresoluble "problema catalán" mediante ósculos y entregas a los secesionistas. Posición genuflexa en lo político, firma de cheques en lo económico y vista al frente ante los desplantes y agravios. Nada tiene de extraño que estén envalentonados. ¡Con razón!

Mal vamos cuando después de cuatro décadas de democracia lo irrelevante ha terminado por constituirse en categoría. ¡Es lo fácil!

Tampoco es que sea una seña de identidad exclusiva 'made in Spain', justo es reconocerlo, pero sí que tiene por estos lares una significativa representación diaria. Día a día, acontecimiento tras acontecimiento relevante, se afianza la "España del braserillo", la irrelevancia como norma, el dime y direte, la orgía acumulada de fatuidades en asuntos de comer que sí son transcendentes.

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