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Lo que pasa en el corazón del PP
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Graciano Palomo

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Lo que pasa en el corazón del PP

Aquellos que pretendían tirar por la ventana al joven palentino tendrán que esperar. Como mínimo. Tiene ahora, salvo catástrofe imprevista, cuatro años por delante

Foto: Celebración de los resultados en la sede del PP en Madrid. (EFE)
Celebración de los resultados en la sede del PP en Madrid. (EFE)

Si el PP no fuera una formación con una sólida implantación nacional e internacional y formara parte de las grandes plataformas políticas internacionales sería quizá probable que a estas horas le estuvieran cantando un responso.

Después del mazazo más extraordinario que jamás sufriera (28-A), sus militantes no se metieron debajo de la mesa, plantaron cara al cierzo y se prestaron a jugar el 26-M a cara de perro. Se temían lo peor. Al final, la situación era desesperada pero no grave.

Foto: Iván Espinosa de los Monteros y Santiago Abascal. (EFE)

No soy yo quien para decir a Pablo Casado —ha demostrado coraje— cómo debe conducirse y cómo debe hacer transitar al PP, que en determinados momentos de nuestra historia reciente representó un bien de Estado. Lo que parece claro es que, a partir de ahora, una cierta forma de conducir el partido de centroderecha ha dejado de existir. Casado, aún ganando, que está por ver, no podrá dirigir el PP como lo hizo Fraga, Aznar y Mariano Rajoy. Se ha visto claramente cuando ha intentado refrendar a Álvarez de Toledo como "látigo" al frente del disminuido Grupo Parlamentario.

Lo segundo es que aquellos que pretendían tirar por la ventana al joven palentino tendrán que esperar. Como mínimo. Tiene ahora, salvo catástrofe imprevista, cuatro años por delante para lamer heridas, reorganizar las mesnadas, y olvidar las causas que, en efecto, han llevado a la que fuera la más formidable organización política de Europa a estar en el actual estado de postración que sufre.

Lo tercero y muy sustancial, además de barrer cualquier vestigio de corrupción que todavía pudiera quedar entre sus filas, es, de una vez por todas, aplicar el viejo principio que Corcóstegui impartía a sus ejecutivos: más importante que hacer es que se sepa que hacéis.

Dicho en román paladio, comunicación, el gran fallo de Mariano Rajoy.

Lo cuarto, finalmente, elegir los mejores; al final amigo inepto representará siempre el peor enemigo.

Si el PP no fuera una formación con una sólida implantación nacional e internacional y formara parte de las grandes plataformas políticas internacionales sería quizá probable que a estas horas le estuvieran cantando un responso.