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Añoranza del bipartidismo (imperfecto)
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Graciano Palomo

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Añoranza del bipartidismo (imperfecto)

Me temo que en las próximas elecciones habrá una vuelta al bipartidismo y los ciudadanos castigarán a aquellos que no han sabido interpretar su mandato tanto en el 28-A como en el 26-M

Foto: Manuel Campo Vidal con Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en el debate electoral de 2015. (RTVE)
Manuel Campo Vidal con Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en el debate electoral de 2015. (RTVE)

Desde la restauración democrática (1977) no hubo en España un bipartidismo 'estrictu sensu'. Las fuerzas nacionalistas en Cataluña y País Vasco —ambas de derecha/derecha, incluso reaccionarias— modificaron el corolario normal entre el centroizquierda que ha gobernado España durante casi 26 años y el centroderecha que lo ha hecho durante 15.

A partir del 2015 una pléyade de pequeños partidos regionales y la aparición de otros en los bloques definidos como izquierda y derecha han conducido a la situación actual donde el ganador de las elecciones generales de 2019, esto es, el PSOE de Pedro Sánchez se encuentra con muy serias dificultades para sustanciar una mayoría de diputados que le permitan en primera instancia ser investido presidente y, posteriormente, gobernar. Ya sabemos que tanto Felipe González como José María Aznar también pasaron la trágala de los nacionalistas, especialmente los catalanes, para poder llevar a cabo sus periplos de poder.

Lo de ahora es mucho más complicado. Que la sociedad española sea plural, porque lo es, no significa ni puede significar que el país esté paralizado por la falta de entendimiento de sus dirigentes políticos. Hay algo que se llama sentido común y, luego, el interés general. Los espectáculos de que puedan ser, por ejemplo, alcaldes con tres concejales de 17, es algo que va contra toda lógica, aunque la aritmética del poder imponga su realidad. Tengo para mí que en las próximas elecciones habrá una vuelta al bipartidismo (imperfecto) y los ciudadanos castigarán muy seriamente a aquellos que no han sabido interpretar su mandato tanto en el 28-A como en el 26-M. El sudoku de pactos locales, provinciales y autonómicos —que condicionan incluso la investidura del primer ministro— es lo que escandaliza al respetable. Aunque bien mirado, el contribuyente se lo toma a chacota.

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, antes de su reunión en el Congreso este 11 de junio. (Inma Mesa | PSOE)

Las mejores cabezas de España y los principales expertos en seriedad saben que para enfrentar los problemas de tal naturaleza y los retos planteados se necesitaría no un gobierno de "colaboración", no. Se necesita un poder ejecutivo de amplio espectro en busca del interés general y por encima de siglas e incluso ideologías.

Llegados a este punto, como Dante a la entrada del Quinto Infierno ya hemos perdido toda esperanza.

Desde la restauración democrática (1977) no hubo en España un bipartidismo 'estrictu sensu'. Las fuerzas nacionalistas en Cataluña y País Vasco —ambas de derecha/derecha, incluso reaccionarias— modificaron el corolario normal entre el centroizquierda que ha gobernado España durante casi 26 años y el centroderecha que lo ha hecho durante 15.

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