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El dilema con tres almas de Ciudadanos
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Graciano Palomo

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El dilema con tres almas de Ciudadanos

Llegado el momento de la verdad, ya no se puede pulular por el intricando cosmos político español silbando por la vía del AVE

Foto: Albert Rivera en el último Consejo General de Ciudadanos. (EFE)
Albert Rivera en el último Consejo General de Ciudadanos. (EFE)

Está ocurriendo lo que inevitablemente iba a ocurrir. La eclosión de Ciudadanos en el panorama político español —Cataluña como germen— tuvo su aquel en la quiebra de los dos partidos tradicionales que sesteaban cómodamente en sus hamacas en la creencia de que todo se daba por añadidura.

La determinada ambición de Albert Rivera supo aprovechar con éxito los resquicios abiertos por PP y PSOE en temas claves, Cataluña en primer lugar. El resto de la historia es conocida por todos. Llegado el momento de la verdad, ya no se puede pulular por el intricando cosmos político español silbando por la vía del AVE.

Foto: El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en un acto del partido. (EFE)

Hay un aspecto en el discurso de Rivera que compro: es el momento de echar siete llaves al sepulcro del Cid, enterrar la España en azul y la España de rojo intenso. Resulta, sin embargo, que esas dos Españas existen, son descriptibles y gracias a tipos como Zapatero se han hecho más visibles. Bien.

Los que pretenden el pacto con Sánchez —en su derecho legítimo, 'of course'— tienen prisa por pisar moqueta. Alguno de ellos, el jefe de ese núcleo, ya intentó ser ministro con Mariano Rajoy. Saben que se les pasa el arroz personal y es comprensible. Rivera es el primero que sabe que si después de todo lo diluviado permite que Sánchez continúe viajando en falcon su gran ambición estará lista para el funeral. La tercera alma hace referencia a aquellos que de buena fe o porque no consiguieron poltrona abonada en el PP abandonaron estas siglas para probar suerte y asentar su ideario a la sombra del color naranja.

Pero son gente con ADN de centro/derecha que abominan tanto del nacionalismo opresor como del socialismo rampante. Por corto y por derecho: el 90 por ciento del voto "ciudadanos" proviene de los antiguos caladeros del Partido Popular.

Un cristo que ha estallado ahora con toda su virulencia cuando ya no se puede deambular por la vida española cuando lo que está en juego es precisamente el poder.

Escrito en román paladino: Rivera se suicida si pacta y si no pacta se suicida.

Está ocurriendo lo que inevitablemente iba a ocurrir. La eclosión de Ciudadanos en el panorama político español —Cataluña como germen— tuvo su aquel en la quiebra de los dos partidos tradicionales que sesteaban cómodamente en sus hamacas en la creencia de que todo se daba por añadidura.

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