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TVE: comprender a los malvados
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Graciano Palomo

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TVE: comprender a los malvados

También creo que la evolución (propia), así como las propias contradicciones, es un derecho fundamental inherente a cualquier ser humano

Foto: Arnaldo Otegi en una foto de archivo. (EFE)
Arnaldo Otegi en una foto de archivo. (EFE)

Soy de los que creen, después de mucha teoría y mucha praxis profesional, que el oficio de informador (en sus muy diferentes facetas) debe, incluso, permitir bajar a los infiernos. Naturalmente, cuando este ejercicio es honesto; es decir, que parte de la voluntad decidida de buscar información/opinión valiosa a cualquier efecto.

En el caso que nos ocupa parece claro que ni la presidenta (provisional 'in eternum'), ni la directora del Canal 24H, ni siquiera el conducido/conductor de cuyo nombre ni me acuerdo, han sido soberanos a la hora de decidir la presencia de Otegi ante las cámaras de RTVE. La decisión se tomó en otras partes. Obvio, por lo demás.

Foto: Marc Sala, entrevistando a Arnaldo Otegi. (RTVE)

También creo que la evolución (propia), así como las propias contradicciones, es un derecho fundamental inherente a cualquier ser humano. De modo que, por esa parte, nada tengo que objetar. Para un profesional de la cosa que se precie el "contexto" es un factor tan esencial como el derecho a buscar la verdad. Deberían haber pensado que las víctimas del terrorismo etarra —no solo son casi los mil y los miles de mutilados, sino los que tuvieron que vivir durante lustros bajo el terror y la diáspora— son antes que nada. Lo de las "injerencias" externas invocadas por algunos profesionales —agrupados en un clarísimo 'lobby'— resulta enternecedor después de saber lo que sabemos antes de que ellos volvieran a considerar la empresa pública como un predio de su exclusivo dominio, eso sí, con mil millones añadidos de los Presupuestos.

Si hubieran tenido delante las fotos de los niños, ancianos, gente del común que volaron por los aires en el atentado de Hipercor o la Casa Cuartel de Zaragoza, quizá el abrazo al compañero Otegi hubiera sido menos efusivo. También es verdad que no se puede confundir —y no lo hago— el mensaje con el mensajero.

Foto: Otegui junto a David Fernández, exportavoz de la CUP, durante una conferencia en Barcelona en 2017. (EFE)

Como sostiene un reputado editorialista el asunto es si el círculo interior de la actual radiotelevisión estatal pública refleja el sentir mayoritario de la sociedad española del momento o solo a una parte de ella.

Porque una cosa es intentar comprender a los malvados y otra bien diferente es mimetizarse con ellos. Porque en estos tiempos de vorágine e incertidumbre el mensaje es igual al masaje. Y viceversa.

Soy de los que creen, después de mucha teoría y mucha praxis profesional, que el oficio de informador (en sus muy diferentes facetas) debe, incluso, permitir bajar a los infiernos. Naturalmente, cuando este ejercicio es honesto; es decir, que parte de la voluntad decidida de buscar información/opinión valiosa a cualquier efecto.

RTVE Arnaldo Otegi