Palo Alto
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Jueza de los ERE, gangrena en el reino
Una juez instructora que utiliza el poder que el Estado ha puesto en sus manos para actuar torticeramente y aplicarlo vaya usted a saber con qué intereses
Un país anestesiado, que desprecia cuanto ignora, que anda como un zombi en pos de lo fácil, es difícil que pueda distinguir las voces de los ecos.
En la semana que agoniza la denuncia del fiscal jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón (siempre discreto, martillo pilón) ante el Consejo General del Poder Judicial contra la jueza María Núñez Bolaños que lleva la instrucción de piezas separadas del caso de los ERE en Andalucía (en concreto, las piezas "Avales" e "Idea") debería haberse convertido en un escándalo nacional. Apenas ha tenido repercusión, mucho menos en los grandes programas de información política. Según el fiscal jefe, Núñez Bolaños dilata innecesariamente la instrucción al objeto de beneficiar a los acusados, todos ellos del PSOE o cercanos a esta formación política.
¿Se imaginan un asunto como este en países como Francia, Alemania, Holanda o Estados Unidos? Una juez instructora que utiliza el poder que el Estado ha puesto en sus manos para actuar torticeramente —según la Fiscalía Anticorrupción— y aplicarlo vaya usted a saber con qué intereses, precisamente en una tierra que ha sido predio del poder político con impunidad cuasi absoluta en un leviatán con puño y rosa.
El asunto es tan grave que el CGPJ y su Comisión Disciplinaria no debería aprovechar la canícula veraniega para ganar tiempo. Estamos ante una denuncia que no se ha hecho a humo de pajas y viene sustentada por actos y procederes fácilmente descriptibles. El pueblo y la opinión supondrá que en el CGPJ, que todavía preside el lastimoso y lastimero, Carlos Lesmes actuará de oficio de acuerdo con el poder político que los ha colocado ahí.
Deben saber, estoy seguro de que lo saben, que estamos ante un asunto de emergencia nacional. Nadie condena, mucho menos a una jueza, según sople el aire.
Abran las ventanas. Drenen lo que parece una ciénaga. ¡Por favor!
Un país anestesiado, que desprecia cuanto ignora, que anda como un zombi en pos de lo fácil, es difícil que pueda distinguir las voces de los ecos.