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Marlaska, el Maketo
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Graciano Palomo

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Marlaska, el Maketo

Lo importante aquí es si su rol se compadece con el cargo institucional de ministro del Interior —¡nada menos!— o, si por el contrario, actúa como un energúmeno activista político

Foto: El ministro del Interior en funciones, Grande Marlaska. (EFE)
El ministro del Interior en funciones, Grande Marlaska. (EFE)

Entre la clase periodística de Madrid no se habla de otra cosa que de la metamorfosis del exjuez Fernando Grande-Marlaska, que cuando Sánchez lo eligió para ser ministro del Interior los hermanos de caminata se llevaron las manos a la cabeza.

Lo sustancial de lo que se afirma en los pasillos de la Villa —cada día menos Corte, francamente— se puede condensar en una palabra "maketismo". Quizá porque viene de Bilbao o alrededores. Ni quiero ni debo entrar en su condición sexual a la que tiene todo el derecho y merece igual respeto que si fuera o fuese heterosexual. Lo importante aquí es si su rol se compadece con el cargo institucional de ministro del Interior —¡nada menos!— o si, por el contrario, actúa como un energúmeno activista político que alza su palabra contra el adversario en busca de fijar posiciones y ganarlas.

Foto: Inés Arrimadas ayer en el Orgullo. (EFE)

"Maketo" fue una despreciativa palabra que se inventaron los nacionalistas vascos —con ocho apellidos 'euskaldunes', 'of course'— en vida del dictador para referirse a aquellos emigrantes que llegaron desde otras partes de España en busca de un mísero curro para poder comer. Esos "maketos" y sus descendientes se subieron rápidamente al carro de los que mandaban para intentar hacer méritos y mimetizarse con exageración en el ADN vasco, según versión apostólica del fallecido jesuita Arzalluz.

Por ahí va la cosa de Marlaska. Casi toda su carrera, hasta llegar la lotería del ministerio, lo hizo colgado del brazo del PP que le llevó hasta el Consejo General del Poder Judicial y le protegió como juez con causa o sin ella.

Ahora su jefe es Sánchez y el PSOE. Es de bien nacidos el ser agradecidos. No hay otra explicación para entender el "aggiornamiento" del inquino de Castellana, 5. Gracias, Pedro, por hacerme ministro… ¡Usted manda y yo obedezco!

"Maketo" en estado puro.

Entre la clase periodística de Madrid no se habla de otra cosa que de la metamorfosis del exjuez Fernando Grande-Marlaska, que cuando Sánchez lo eligió para ser ministro del Interior los hermanos de caminata se llevaron las manos a la cabeza.

Fernando Grande-Marlaska Bilbao CGPJ LGTBI