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Graciano Palomo

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La posición PP/Ciudadanos

No me extraña la coña irónica de la exdirigente socialista Soraya Rodríguez —¡Rubalcaba cuánto te echamos a faltar!— cuando dice que Sánchez ha pasado del "no es no" al "yo es yo"

Foto: Los líderes del PP y Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera. (EFE)
Los líderes del PP y Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera. (EFE)

Una de las cosas más chuscas que los españoles —los pocos a los que parece interesar el acontecer nacional a juzgar por las audiencias televisivas— han podido contemplar en el debate surrealista de la fallida investidura es cómo quien negocia con unos va y pide el apoyo a los otros.

¿A título de qué Partido Popular y Ciudadanos deben dar su apoyo a la investidura de don Pedro? ¡Pues porque yo lo valgo! Y punto. No me extraña la coña irónica de la exdirigente socialista Soraya Rodríguez —¡Rubalcaba cuánto te echamos a faltar!— cuando dice que Sánchez ha pasado del "no es no" al "yo es yo".

He oído y leído estos días repetir la tesis de que si Pablo Casado —lo de Rivera a ese supuesto es ya completamente imposible— se abstuviera y permitiera que el presidente lo fuera de verdad, su papel como "hombre de Estado" lograría cotas que en un futuro le permitieran dormir en el palacio de la Moncloa. Pudiera ser, no lo tengo claro, pero desde luego se trataría de una apuesta arriesgadísima; no parece estar dispuesto a tentar a la suerte. Y hace bien. Cierto es que, pese al teórico aumento de votos y escaños que un 10 de noviembre cualquiera le pudiera favorecer, necesita tiempo para refundar el PP, asentar su liderazgo, realizar los cambios internos tan perentorios e intentar hacer un hueco a los millones de votos que se han fugado a otras dimensiones como Ciudadanos y Vox.

¿A título de qué Partido Popular y Ciudadanos deben dar su apoyo a la investidura de don Pedro? ¡Pues porque yo lo valgo! Y punto

A cambio ha ofrecido 11 Pactos de Estado básicos que el candidato socialista haría bien en aceptar por el bien general. Pero el surrealismo visto y contemplado el pasado 22 de julio en la tribuna del Congreso (insisto, negociar con unos y pedir apoyo a los otros) no deja margen para la duda.

Los de Ciudadanos van por otro lado. Albert Rivera está jugando fuerte y tampoco tengo tan claro que sus obuses parlamentarios ("banda", "habitación del pánico", etc.) se disparen a humo de paja. Tiene su hoja de ruta y está dispuesto a morir en el empeño. Busca desesperadamente a la "otra España" que no sea ni "roja" ni "azul" en una estrategia que, al menos, merece un respeto.

Una de las cosas más chuscas que los españoles —los pocos a los que parece interesar el acontecer nacional a juzgar por las audiencias televisivas— han podido contemplar en el debate surrealista de la fallida investidura es cómo quien negocia con unos va y pide el apoyo a los otros.

Pablo Casado Ciudadanos