Gastan hasta el despilfarro: 11.000 millones más en seis meses

Inmersos como estamos en asuntos menores y hasta baladíes, que resultan carísimos para el contribuyente y provocan el estupor del inerme pueblo llano, en un debate generalmente estéril acerca de si son galgos o podencos, se alzan la realidad de las cifras que son aterradoras aunque no encuentren el rescoldo de los principales medios de comunicación.

Una de estas cifras que el Gobierno ha camuflado convenientemente aprovechando la canícula estival, es que el Estado ha incrementado su déficit en los seis primeros meses del año en un 27,1 más si tenemos como referencia el primer semestre del 2018. Apunten: 11.000 millones más, según la ministra de la cosa, se han ido en sueldos de funcionarios y pensiones. Dicen.

El déficit publico acumulado en los seis primeros meses del 2019 se acera ya a la meta gubernamental del 2% del PIB para todo el año. De modo, que como no hay previsión de apretarse el cinturón háganse una idea de la desviación de las cuentas públicas al 31 de diciembre. Las amas de casa me entenderán. Lo mismo que aquellos pequeños y medianos emprendedores que sangran, luchan y perviven por abrir la persiana todos los días.

A ese déficit, hay que añadir los agujeros de las comunidades autónomas, corporaciones locales y empresas públicas. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad. Como es amarga, el Gobierno de Sánchez quiere arrojarla de su boca. ¿Se puede esperar algo al respecto cuando la número dos del Ejecutivo sostiene que el dinero público "no es de nadie"?

El ejercicio preferido en temas económicos —que continúan siendo claves para el 90 por ciento de los españoles— del actual Gobierno (en funciones) es la aplicación de la vieja máxima de una duquesa: ¡Que pasen y coman! Todo es gratis…

Parece mentira que un economista como Pedro Sánchez no haya aprendido nada del fiasco Zapatero. Este dilapidó la caja pública de forma tan obscena que al final no tuvo más remedio que congelar las pensiones, engañar a Europa respecto al déficit y meter al país en un callejón sin salida que, al final, también fue la tumba de su sucesor.

La guinda en esta orgía de gasto desmesurado e imposible la puso RTVE: el déficit crece porque el Gobierno no puede subir los impuestos.

Sí, es eso.