Palo Alto
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Sánchez ya está en campaña: promesas con lacitos rojos
El presidente en funciones ha ofrecido trasladar a la España "vaciada" algunas de las instituciones del Estado. Antes habrá que poner carreteras y fibra óptica
Esta semana Pedro Sánchez ha llegado tarde a su despacho con el Rey. Muchos se han desgarrado las vestiduras como si esa falta de cortesía supusiera algo más que una anécdota de autócrata desconsiderado.
En realidad, Sánchez no puede ofrecer a Felipe VI lo que este le está pidiendo en aras a sus atribuciones como jefe del Estado: un gobierno. Lo demás, oiga, resulta del todo baladí. Y, para más inri, al susodicho le importa una higa.
Si se observa con atención los procederes sanchistas/redondistas desde que el Congreso de los Diputados le negó la investidura se podría concluir que todo va en la misma dirección: campaña institucional/partidista de cara al 10 de noviembre. Es la ventaja que ofrece ser presidente del Gobierno, aunque sea en "funciones". Pedro Sánchez, como tiene mucho tiempo libre y no se agobia, debe haberse visto todas las series de Netflix sobre el Ala Oeste de la Casa Blanca y, al final, se mimetiza con los procederes de los políticos USA de salón. Todo por el poder, con el poder y para el poder.
En esa tanda de reuniones con unos y otros —hablar nunca viene mal, desde luego, pero como si esos colectivos pudieran hacer variar un ápice las posturas de los distintos líderes que se niegan a revalidarle en el poder— Sánchez llegó a ofrecer a la España "vaciada" llevar algunas de las instituciones del Estado a sus lugares desérticos.
El asunto es tan estulto como imposible, entre otras cosas, porque ya se ha intentado en diferentes ocasiones y con gobiernos de signo distinto. ¿Vas a llevar instituciones claves de la España democrática a lugares donde todavía no ha llegado Internet? Se trata de meros requiebros para engañabobos al objeto de salir del paso. Antes habrá que hacer carreteras, instalar la fibra óptica y dotar a esos lugares de un mínimo de elementos operativos.
Tengo para mí que Sánchez y su muy elevada nómina de asesores y ganapanes han empezado la campaña electoral de cara al otoño. Sinceramente, no encuentro otra explicación. Definitivamente, se puede hacer de todo (en política) menos el ridículo.
Esta semana Pedro Sánchez ha llegado tarde a su despacho con el Rey. Muchos se han desgarrado las vestiduras como si esa falta de cortesía supusiera algo más que una anécdota de autócrata desconsiderado.