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Cómico y caro, muy caro
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Graciano Palomo

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Cómico y caro, muy caro

La respuesta del Gobierno a asuntos que han ocurrido en este tiempo en que Sánchez estaba de vacaciones ha sido decepcionante, claramente decepcionante

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el Palacio de Marivent. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el Palacio de Marivent. (EFE)

Mientras don Pedro Sánchez se tostaba bajo el inclemente sol de Doñana —no seré yo el que regatee al jefe del Gobierno su derecho al descanso— Gran Canaria ardía por todos los costados, el déficit del Estado alcanzaba su máximo histórico (1,2 billones largos que debemos todos), la listeriosis terminaba por convertirse en una pandemia nacional, el Open Arms abría una nueva crisis migratoria y Pablo Iglesias hacía la enésima propuesta / jeroglífico a ver si colaba y pisa moqueta.

La respuesta del Gobierno a todos estos asuntos —algunos graves, especialmente en lo que se refiere al futuro de las próximas generaciones con una deuda insostenible y brutal— ha sido decepcionante, claramente decepcionante. La impresión general es que o bien el Gobierno "pasa" de los problemas planteados o bien algunos de sus miembros como la vicepresidenta Calvo o la ministra de jornada, María Jesús Montero, enzarzadas en dialécticas absurdas —la pelea con el jefe de Open Arms— y en situaciones cómicas. Lo peor de todo es que cualquier decisión que adoptan resulta muy cara. Verbigracia. Después de negar la mayor, ordenan zarpar al 'Audaz' sin que su comandante supiera cual era el objetivo. Eso sí, un millón de coste con cargo al contribuyente.

Tiene suerte, don Sánchez. Su amigo Pablo Iglesias —el que la sigue la consigue— le ha evitado al presidente (en funciones) dar explicación alguna al respecto de su actuación con el Open Arms y la ONG consiguiente. Claro, que unas horas antes había presentado al que decide en el reparto de carteras un jeroglífico con un objetivo único: pisar moqueta y ordenar al chófer oficial.

Izquierda ¿radical? en estado puro. ¡Qué risa! O mejor, qué descojone. ¡Y qué caro!

Mientras don Pedro Sánchez se tostaba bajo el inclemente sol de Doñana —no seré yo el que regatee al jefe del Gobierno su derecho al descanso— Gran Canaria ardía por todos los costados, el déficit del Estado alcanzaba su máximo histórico (1,2 billones largos que debemos todos), la listeriosis terminaba por convertirse en una pandemia nacional, el Open Arms abría una nueva crisis migratoria y Pablo Iglesias hacía la enésima propuesta / jeroglífico a ver si colaba y pisa moqueta.

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