¿Casa común de la izquierda? ¡Una ruina!

Ignoro lo que sucederá antes del 23 de septiembre con el Rey de por medio. Lo que se dejó ver el pasado jueves en el Congreso de los Diputados, al socaire de los rocambolescas ideas y venidas gubernamentales a propósito del "Open Arms" —con 30.000 euros de coste diario a bordo de la fragata Audaz— confirma que ni juntos, ni revueltos.

Pedro Sánchez ya ha dejado claro —las evidencias claman en el desierto— que no se fía de Pablo Iglesias y viceversa. No hay un pulso por las convicciones, por la defensa de las ideas, no. Lo que hay es el interés del primero por continuar disfrutando de los distintos palacios y en el segundo pisar algo de moqueta aunque ella no sea de la Real Fábrica. La "casa común" de esa izquierda avejentada y con polilla es lisa y llanamente una ruina, una enorme fachada de cartón piedra. No hay coincidencia en prácticamente nada de lo esencial… A lo más, un enorme saco de egos pugnando por quién presenta mejores atributos. Ni uno ni otro demuestran que son capaces de vivir como dicen pensar. Esto es lo realmente dramático para un sector de la izquierda española que se ha quedado sin ideas, más obsoleta que el cambio de marchas en un Seat 600.

La "casa común" de esa izquierda avejentada y con polilla es lisa y llanamente una ruina, una enorme fachada de cartón piedra

"No son de fiar…" se escucha a diario en boca de los dirigentes socialistas. "Tenemos que estar en el consejo de ministros para que no hagan lo contrario de lo que prometen", sostienen los podemitas. ¿Así pretenden muñir un gobierno que tenga un mínimo de credibilidad? No hay siquiera una aproximación en cuestiones fiscales, ni una idea común acerca de lo que tuviera que ser Europa, ni en el agrandamiento de las libertades. ¡'Na de na'!

No hay coincidencia en prácticamente nada de lo esencial… A lo más, un enorme saco de egos pugnando por quién presenta mejores atributos

Iglesias suplica una cartera o tres. Sánchez quiere votos y ya veremos… A "Podemos", Carmen Calvo les parece un mal remedo del innombrable Salvini. A Calvo las muchachas moradas se le asemejan a unas gobernantas de la academia de Borochilov.

¿Casa común de la izquierda? Puede ser, con cimientos carcomidos.

Todo desprende un fuerte olor a nuevas elecciones generales.