Cuando Llarena llevaba razón

Puigdemont anda suelto, vagando por la vieja Europa, riendo todavía las decisiones de algunos tribunales menores de Alemania y Bélgica que se chotearon de la euroorden dictada en su día por el juez Pablo Llarena.

Los que creemos firmemente en Europa, entre otras cosas porque no hay alternativa en un mundo que se ha quedado muy pequeñito, sabemos que pese a todos los problemas creados por Johnson&sons, con el tiempo Europa funcionará como una "gran nación". No le queda otra si quiere subsistir.

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Nacho Alarcón. Bruselas

Viene este preámbulo a colación a propósito de la euroorden que en su día dictó el magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, cuando pidió a Bélgica —un Estado fallido en muchos aspectos clave— la detención y extradición a España del prófugo independentista Carles Puigdemont. Fue un durísimo correctivo no solo a la Justicia española, sino también para el espacio común que es Europa. Aquello, justamente, era lo contrario de la Unión. Un ciudadano que había atentado y continuaba atentando contra un Estado miembro y su integridad venía amparado por unas decisiones que contravenían los acuerdos soberanos de 28 países democráticos.

Pues bien, muchos meses después, la comisaria de Justicia de la UE, Vera Jourová, confirma el mal hacer de Bélgica y Alemania ante la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior del Parlamento Europeo. Hasta tal punto que el gobierno de la UE se propone revisar al alza el contenido formal de la euroorden y recordar a los Estados miembros que nadie está por encima de los acuerdos. "Pacta sunt servanda..."

Además de Puigdemont, está el caso de la etarra Natividad Jáuregui 'La Pepona', residente también en Bélgica.

Europa asienta sus principios en los derechos civiles, en las libertades y en las garantías jurídicas. Que no es lo mismo que el cachondeo.

Tengo para mí que, al final, Europa será Europa y la Justicia hará justicia.