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Sánchez, olor a obscenidad
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Graciano Palomo

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Sánchez, olor a obscenidad

Sánchez culpa a todos los demás de una desgracia colectiva cuyo principal mérito le corresponde

Foto: Pedro Sánchez, durante su entrevista para 'Al rojo vivo' (La Sexta), este jueves en la Moncloa. (Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa)
Pedro Sánchez, durante su entrevista para 'Al rojo vivo' (La Sexta), este jueves en la Moncloa. (Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa)

Este hombre empieza a tener un serio problema: la sensación de que se cree sus propias mentiras, la percepción generalizada de que se considera ungido por la zarza ardiendo cuando, por ejemplo, afirma rotundo lo que negaba hace un rato.

Permite, si no alienta, que Renfe, con dinero público, exhiba “su” libro a los pasajeros; que trabaje en esa misma empresa un condenado a prisión por apropiación indebida. Que utilice los bienes que son de todos para su uso exclusivo. Hay multitud de ejemplos de ello, “porque soy el presidente, eh, es que soy el presidente…”. Lo hace sin siquiera guardar las formas, se fuma un puro despectivamente ante las evidencias que niega. Tomó al asalto las instituciones básicas del Estado como si fuera botín de guerra. Desde la patética RTVE en cuarto menguante al CIS; mandó a su jefe de Gabinete a Correos —¡qué cosas no debe saber del susodicho!— y convirtió el complejo de La Moncloa en El Álamo.

Foto: Isabel Celaá, con los ministros Fernando Grande-Marlaska y Luis Planas, este 20 de septiembre. (EFE)

Sacaba la piel a tiras a Mariano Rajoy cuando el gallego se negó a ir a la investidura cuando no contaba con apoyos; ahora, sin que haya podido borrar su tuits, ha seguido milimétricamente los pasos de aquel, en una incapacidad supina e inquietante para la negociación. Pero culpa a todos los demás de una desgracia colectiva cuyo principal mérito le corresponde. Hace gala de una chulería irredenta hasta el punto de apuntarse el éxito, por ejemplo y sin ir más lejos, del equipo nacional de baloncesto cuando hacía unas semanas quería cargarse a toda costa a su entrenador, Sergio Scariolo.

Está convencido de que el 10-N podrá pasar a cuchillo político a todo aquel que no le haya bailado el agua desde que cambió el colchón en que dormía su antecesor. Ni siquiera he sacado a colación lo de su clamorosa tesis doctoral de la que podría hablar, por ejemplo, el hombre que colocó en Correos con más de 200.000 euros.

Su deterioro político es tan formidable que incluso ganando con amplitud la próxima cita electoral tendrá muy difícil hacer algo notable

Seguramente ganará las elecciones. Lo tiene fácil a la vista de los adversarios. Ello, ética y de cara a la Historia, no significará gran cosa. Parece increíble que el “ejemplo Zapatero” no le haya servido de recuerdo. Su deterioro político e institucional es tan formidable que incluso ganando con amplitud la próxima consulta tendrá muy difícil hacer algo notable. Es lo que conlleva finalmente conducirse como un gran maestro en el arte de la marullería. Ha llegado a decir que un gobierno con Iglesias no le hubiera dejado dormir por las noches… ¡Puñalada hasta la bola!

Al amanecer de hoy hasta un pastor de Las Hurdes sabe distinguir la “auctóritas” de la “potestas”.

Este hombre empieza a tener un serio problema: la sensación de que se cree sus propias mentiras, la percepción generalizada de que se considera ungido por la zarza ardiendo cuando, por ejemplo, afirma rotundo lo que negaba hace un rato.

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