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Un día en la vida de un tal Spot
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Graciano Palomo

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Un día en la vida de un tal Spot

En su fuero interno sabe que la idea independentista catalana no cuenta con la fuerza social para sustanciarse; pero también sabe que cuenta con arrestos para desestabilizar España

Foto: Manifestación del 1 de Octubre en Barcelona. (Reuters)
Manifestación del 1 de Octubre en Barcelona. (Reuters)

Me lo voy a tomar a chacota. He visto la enorme polvareda mediática —fundamentalmente en redes que son las que moldean los estados de opinión, dicen— levantada a propósito de la denuncia de un desaforado independentista, Santiago Spot, contra un médico catalán que utiliza el castellano para hablar con sus pacientes.

Luego, el mismo sujeto (sin verbo y con predicado), la montó en un estudio de televisión porque alguien leído dijo que Lluis Companys, había sido un criminal convicto y hasta confeso.

Foto: Alumnos en clase. (EFE)

Spot, que trabaja para una multinacional alemana, es un buen tipo. En el sentido lato de la palabra "bueno". Le conozco de muchas horas en televisiones catalanas y sé de su intoxicación histórica y de su acendrado fanatismo independentista. No hagamos parte del todo. La postura es una forma de hacerse un hombrecito, de tener notoriedad a toda costa. Cree, como los que le pagan, que una mentira repetida mil veces acaba en verdad. Algo muy 'gebbeliano', muy alemán, oiga.

En su fuero interno sabe que la idea independentista catalana no cuenta con la fuerza social suficiente para sustanciarse; pero, al mismo tiempo, conoce —como los que le pagan— que el independentismo catalán cuenta con los arrestos suficientes para desestabilizar España.

Foto: Manifestación independentista en Sabadell. (EFE)

¡Llevan un lustro en plena desestabilización! El independentismo catalán tiene sus ideólogos, sus estrategas, sus financiadores (básicamente dinero público), sus propagandistas (muchos de ellos por precio) y sus 'clowns'.

Lo grave no son los exabruptos de Spot. Lo realmente preocupante es el choque de trenes entre los Mossos que se inclinan ante la estelada, y la Guardia Civil que solo tiene una bandera desde 'tropencientos' años y ha visto y combatido por todo. Ambos disponen de armas y tienen código, diferente, pero código. ¡Ojo!

Por favor, no confundir valor y precio.

Me lo voy a tomar a chacota. He visto la enorme polvareda mediática —fundamentalmente en redes que son las que moldean los estados de opinión, dicen— levantada a propósito de la denuncia de un desaforado independentista, Santiago Spot, contra un médico catalán que utiliza el castellano para hablar con sus pacientes.

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