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Graciano Palomo

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El regreso del califa

Julio siempre tuvo claro que la unidad nacional y el mantenimiento del Estado lejos de ser una antigualla representa la esencia de los derechos y el amparo de los más desfavorecidos

Foto: Imagen de archivo de Julio Anguita en Córdoba. (EFE)
Imagen de archivo de Julio Anguita en Córdoba. (EFE)

En momentos de gran crisis, los clásicos siempre vuelven. Es el caso de Julio Anguita, orgulloso comunista de toda la vida, hombre cabal y honrado, que no ha ido por el mundo con las orejeras puestas lo que no le impide defender sus ideas con dignidad y ardor.

Le conocí mucho durante su etapa de vida pública y por eso escribo con algún conocimiento. Julio siempre tuvo claro que la unidad nacional y el mantenimiento del Estado lejos de ser una antigualla representa la esencia de los derechos y el amparo de los más desfavorecidos. Y lo sigue manteniendo. Siempre desconfió de los nacionalismos periféricos en los que intuía egoísmo, caspa, liberticidio, esto es, todo lo contrario a un planteamiento de sociedad abierta y justa.

Foto: Pablo Iglesias se emociona al reunirse con Julio Anguita en Córdoba. (EFE)

En unos momentos de enorme zozobra acerca de la subsistencia de España como nación, el ex secretario general del PCE y eterno alcalde cordobés, sostiene que, en el peor de los casos, una consulta sobre la separación de Cataluña sobre el resto de España afecta de plano al resto del territorio nacional. Algo obvio, por lo demás.

Los lectores ya conocen mi posición al respecto. No tengo ningún temor ni a la consulta ni siquiera a una eventual secesión. Es nuestro problema, claro, pero fundamentalmente el de ellos.

Jamás entendí la deriva reaccionaria adoptada por la izquierda española -esa que tanto habla de "progresismo" y luego se abraza a todas las momias feudales de hace seis siglos o al romanticismo/carlistón transnochado- en su búsqueda desesperada de los nacionalismos de vuelo gallináceo. Es el anti-progresismo; es la anti-izquierda...O lo que es lo mismo apuñalar a Karl Marx y a Max Webber....

Pero ese es su problema. Y el nuestro.

En momentos de gran crisis, los clásicos siempre vuelven. Es el caso de Julio Anguita, orgulloso comunista de toda la vida, hombre cabal y honrado, que no ha ido por el mundo con las orejeras puestas lo que no le impide defender sus ideas con dignidad y ardor.

Julio Anguita PCE Karl Marx