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¿Existe España? ¿Existe el Estado español?
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Graciano Palomo

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¿Existe España? ¿Existe el Estado español?

Comprendo la euforia independentista y la desazón de los constitucionalistas ante la decisión del TJUE: a los primeros les han dado razón en un asunto puntual

Foto: Puigdemont comparece en Bruselas tras conocer el fallo del TJUE. (Reuters)
Puigdemont comparece en Bruselas tras conocer el fallo del TJUE. (Reuters)

Lo primero es antes que nada. Y lo escribo por corto y por derecho. Es un auténtico despropósito aprovechar la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea para poner en marcha iniciativas peligrosísimas respecto a un supuesto "Spexit"… Una demencia inexportable, cocinada al socaire de un calentón de las vísceras, producto de una decisión judicial transnacional que, básicamente, viene a decir que cuando uno es elegido puede hacer lo que le venga en gana.

Foto: El presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli. (EFE)


En este caso de Junqueras-Puigdemont-Comín, una especie de salvoconducto para delinquir y atentar contra un Estado constituido como 'social y de derecho'. No creo que la democracia sea precisamente eso, pero también.

Lo segundo. No confundamos una golondrina con el verano. Europa es un viejo sueño maravilloso. Como todas las maravillosas 'ensoñaciones' tiene sus días de gloria y sus jornadas de aciago. Lo diré en román paladino: nos podrá gustar más o menos la situación de la Europa Unida (EU/UE), pero no hay alternativa posible. Podrá encabronar una sentencia de su Tribunal de Justicia a un millón (o más) de ciudadanos españoles, pero no existe alternativa posible. No la hay en un mundo tripolar. El problema es España, no Europa. Como ha ocurrido en otras ocasiones, el Estado español, que bien mirado descansa su poder básicamente en el Gobierno, no ha estado diligente. ¡Parece mentira con la legión de abogados del Estado que abrevan en nuestras nóminas! ¡Parece mentira con la cantidad de jueces de enlace españoles que están desperdigados por el ancho mundo y que cuestan un riñón y parte del otro al contribuyente!

Lo diré en román paladino: nos podrá gustar más o menos la situación de la Europa Unida (EU/UE), pero no hay alternativa posible

España es un país débil. Su Estado baila en el alambre con fuerzas que odian a la primera y al segundo. Este es el problema. Los trabucaires secesionistas lo consideran una antigualla porque lo que perpetran es precisamente levantar otro de las cenizas de aquel para mandar en su pequeño predio con tintes de vuelo gallináceo. Sé, por ejemplo, que a tipos como el cursi ESCA, bien pagado y con un perfil descriptible, aunque vanamente intente seguir escondido en un oscuro rincón del armario, le gustan más los cascotes del muro que la claridad de los tiempos nuevos. Por precio, naturalmente. Comprendo la euforia independentista y la desazón de los constitucionalistas ante la decisión del TJUE. A los primeros les han dado razón en un asunto puntual. La razón histórica es cosa bien diferente. El problema, queridos amigos, no está allí. Está aquí. Europa es el camino, no hay otro.

¡A ver cómo bailas ahora la sardana con Junqueras, Sánchez!

Lo primero es antes que nada. Y lo escribo por corto y por derecho. Es un auténtico despropósito aprovechar la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea para poner en marcha iniciativas peligrosísimas respecto a un supuesto "Spexit"… Una demencia inexportable, cocinada al socaire de un calentón de las vísceras, producto de una decisión judicial transnacional que, básicamente, viene a decir que cuando uno es elegido puede hacer lo que le venga en gana.

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