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El Rey en el centro/cetro constitucional
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Graciano Palomo

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El Rey en el centro/cetro constitucional

Lo más hilarante en las reacciones ha sido el discurso de ese enorme estadista apellidado Echenique que se felicita así mismo por haber llevado a la centralidad al jefe del Estado

Foto: El Rey Felipe VI durante su mensaje de Navidad. (EFE)
El Rey Felipe VI durante su mensaje de Navidad. (EFE)

Transmitir ideas básicas no significa necesariamente estirar los aspavientos. Defender posiciones institucionales/democráticas, asentadas en el Derecho, no puede ser sinónimo de griterío en plan patio de vecindad. La firmeza y la determinación conlleva condición 'sine quanom' de mesura y centralidad.

Felipe VI se presentó a los españoles en la Nochebuena como lo que es, un Rey constitucional, consciente de lo que le rodea, haciendo básicamente de la necesidad virtud, braceando desesperadamente con unas circunstancias endemoniadas.

Foto: Oriol Junqueras presenta sus credenciales como diputado el pasado 20 de mayo en el Congreso junto a Gabriel Rufián. (EFE)

Su alegato optimista frente al tsunami pesimista que lo envuelve todo va de suyo. Su alegato a favor de la unidad nacional y constitucional ante el riesgo cierto de fractura era más que una necesidad perentoria resultó una obviedad necesaria. El jefe del Estado coronado y proclamado, por tanto, se conduce dentro de lo suyo porque a estas alturas de la película para nadie es un arcano que está en el mejor lugar y en el poder momento. Algunos, por lo que se ha visto y oído, pretendían que saliera vestido de capitán general al frente de sus tropas. Otros (PNV), en cambio, más falsos que un euro de madera, afean que en discurso a la Nación se olvidara de citar su pueblo y decirles que tiene un ADN genéticamente superior. De la reacción de Torra, mejor no pierdo el tiempo.

Sin duda, lo más hilarante en las reacciones ha sido el discurso de ese enorme estadista apellidado Echenique que se felicita así mismo por haber llevado a la centralidad y la moderación al jefe del Estado quien, desde la instrucción podemita, encontró, ¡por fin!, el “auténtico olfato político”. La carcajada se ha escuchado por igual en el Cabo de Gata que en Rosario (Argentina). Ya saben el dicho: “Para conocer al monaguillo solo hay que darle un carguillo…” En eso están, en el carguillo.

Estos días ha corrido por Madrid la especie de que La Zarzuela hizo llegar a Moncloa el texto del mensaje real antes de grabarse. Y que Moncloa, a su vez, se lo hizo llegar a Pablo Iglesias. Es verosímil. Si por unas carteras ministeriales -que en el mejor de los casos durarán poco-se cambia de opinión respecto a la forma de Gobierno ya saben lo que les votan lo que pueden esperar de tales.

A estas alturas de la Segunda Transición, el Monarca conoce perfectamente el número de cada cual. No se equivoquen unos y otros, ser prudente no necesariamente significa estar en babia. Lo que tiene meridianamente claro es que solo se mantendrá si se ata -es el caso- al mástil de la Constitución y el sentido común.

Transmitir ideas básicas no significa necesariamente estirar los aspavientos. Defender posiciones institucionales/democráticas, asentadas en el Derecho, no puede ser sinónimo de griterío en plan patio de vecindad. La firmeza y la determinación conlleva condición 'sine quanom' de mesura y centralidad.

Rey Felipe VI Moncloa