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La hora de los hechos
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Graciano Palomo

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La hora de los hechos

Llevamos mucho tiempo oyendo predicar a los que ahora se han subido al coche oficial. Los criticaré o repartiré parabienes no en función de lo que son, sino por lo que hagan

Foto: Pablo Casado saluda a Pedro Sánchez tras lograr la investidura. (EFE)
Pablo Casado saluda a Pedro Sánchez tras lograr la investidura. (EFE)

No hay nada más reaccionario, más facha, más ultra, que distorsionar la realidad. Retorcerla. Masajearla en pos de los propios y coyunturales intereses. No seré yo el que caiga en esa tentación. La realidad sin aditamentos, imposturas, calificativos y negar hasta la propia madre. ¿Cuál es esa realidad que a unos, derrotados, les embarga y a otros, vencedores, les ha instalado económica y emocionalmente en el séptimo cielo?

Hay un Gobierno legal —¡dejémonos ya de historias!—, presidido por un jefe que ha prometido ante la Nación por su "conciencia y honor", unos/as vicepresidentes, y un sinfín de ministros. Bien. Esta es la realidad. Su presidente, repitió más de trescientas veces a lo largo de una investidura cuajada de silencios que le demandará la Historia, la palabra "progresista". Habíamos convenido que "progresista" viene de "progreso", de sensibilidad social, de profundidad democrática, de igualdad y de equilibrar a ciudadanos y territorios por arriba. ¡Pues vamos a ello!

Foto: Pablo Iglesias felicita a Pedro Sánchez tras ser investido presidente del Gobierno, este 7 de enero. (EFE)

Ser progresista en estos tiempos significa además "austeridad" en los comportamientos individuales, muy especialmente cuando el gasto proviene de los bolsillos de los contribuyentes. Tengo una sensación cierta, real, de que Sánchez ha olvidado que lleva ya año y medio presidiendo el Gobierno, aunque no sé si haciéndose responsable.

Nadie en su sano juicio puede discutirle —sería completamente absurdo y alejado de la realidad— su capacidad fáctica para poner en práctica tanta perorata. De modo y manera, que espero y deseo que en breve plazo el señor presidente y sus cuates empiece a dar trigo. Estoy convencido de que en pocos meses los pensionistas —es lo prometido— podrán vivir opíparamente y pondrán un altar a los bicéfalos Sánchez/Iglesias. No albergo duda alguna de que los jóvenes talentudos "exiliados" por las políticas "ultras" de la derecha "fascista" volverán antes de que llegue la próxima San Silvestre y dispondrán de sueldos tan dignos como lo "progresista" requiere y, además, unos laboratorios ante los que temblará Silicon Valley.

placeholder Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se estrechan la mano. (Reuters)
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se estrechan la mano. (Reuters)

Juraría por mis ancestros que gracias a los presidentes Sánchez e Iglesias, los ricos se postrarán de hinojos para repartir como el santo de Asís sus capas entre tanta famélica legión, tanto depauperado y tanto hombre y mujer mano sobre mano en este cuarteado país, ahora luminoso desde que Rufián, Otegi y los admiradores de Venezuela, Cuba, Corea, Nicaragua, han conseguido todos subirse en coche oficial al grito de "señor ministro". Pondría mi mano en los siete fuegos porque la libertad se ensanchará hasta límites inconcebible por los padres de la Constitución americana reunidos en Filadelfia. La libertad de expresión lejos de correr ningún peligro se extenderá como una mancha de aceite limpio.

Los contribuyentes y españoles todos llevamos mucho tiempo oyendo predicar a los que ahora se han subido al coche oficial y llevan escoltas. En mi caso, los criticaré o repartiré parabienes no en función de lo que son —los conozco perfectamente—, sino por lo que hagan. Con serenidad, moderación y objetividad. Más de la que ellos han demostrado hasta ahora.

No hay nada más reaccionario, más facha, más ultra, que distorsionar la realidad. Retorcerla. Masajearla en pos de los propios y coyunturales intereses. No seré yo el que caiga en esa tentación. La realidad sin aditamentos, imposturas, calificativos y negar hasta la propia madre. ¿Cuál es esa realidad que a unos, derrotados, les embarga y a otros, vencedores, les ha instalado económica y emocionalmente en el séptimo cielo?

Pedro Sánchez