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García-Page 'in action'

Todo el mundo ha entendido por dónde baja las aguas del Tajo. Podría dar la sensación de algo

Foto: Emiliano García-Page en Fitur. (EFE)
Emiliano García-Page en Fitur. (EFE)

Un olfato político extraordinario como el del presidente de Castilla la Mancha, Emiliano García-Page, no deja de ser un hijo político del más fabuloso fabulador de la política llamado José Bono, debe maliciarse algo porque sale en tromba a desmarcarse de su jefe de filas con palabra gruesa e insinuaciones tremendas. Digo palabras, porque hechos, hasta el momento —igual que ocurre con sus coleguillas Lambán y el doctor (este sí que lo es) extremeño Fernández Vara—, ni medio. Por algo se empieza.

El jefe de gobierno autónomo castellano manchego —mayoría absoluta—, entre otras cosas, ha dicho esto:

"Algún día habrá que llevar al Código Penal a aquellos que hacen todo lo contrario de lo que prometen…".

¿A quién se refiere don Emiliano? ¿A Donald Trump? ¿Acaso a Sergio Ramos? ¿Por ventura a Carmen Lomana? ¿A Ferreras? ¿Juan Luis Cebrián? ¿A Rosa María Mateo? ¿A Rafa Nadal? ¿A Pérez-Reverte?

Todo el mundo ha entendido por dónde baja las aguas del Tajo. Podría dar la sensación de algo.

"No se puede mercadear con el Código Penal y cambiarlo con media España contra la otra media… Ni tipificar nuevas figuras para aliviar las penas de unos condenados que, además, dicen que volverán hacer por lo que han sido condenados…".

Esto lo han entendido perfectamente todos aquellos ciudadanos libres que desean serlo; mientras, la pobre Calvo se dedica a decir mentiras como si alguien en su sano juicio pueda entender las prisas gubernamentales por cambiar el Código Penal porque es un clamor nacional.

La pregunta resulta obvia. ¿Estamos ante una rebelión interna dentro del PSOE?

Lo dudo.

Un olfato político extraordinario como el del presidente de Castilla la Mancha, Emiliano García-Page, no deja de ser un hijo político del más fabuloso fabulador de la política llamado José Bono, debe maliciarse algo porque sale en tromba a desmarcarse de su jefe de filas con palabra gruesa e insinuaciones tremendas. Digo palabras, porque hechos, hasta el momento —igual que ocurre con sus coleguillas Lambán y el doctor (este sí que lo es) extremeño Fernández Vara—, ni medio. Por algo se empieza.

Emiliano García-Page