Ciudadanos, camino de no retorno

"Ciudadanos", una bella idea plasmada en su día en Cataluña, inicia este fin de semana en Madrid un camino sin posibilidad de retorno.

Es la oportunidad de Inés Arrimadas tras el colosal fracaso de Albert Rivera cuyo principal pecado fue creerse que era de verdad.

La pregunta del millón que se hacen muchos observadores es si la criatura naranja tiene posibilidades de volver a crecer y multiplicarse en una andadura en solitario. La respuesta va por barrios. Sus enemigos están en la ultraizquierda y la ultraderecha. Siempre agradó y pareció interesante aquella idea de que en la España de "Ciudadanos" se habían terminado los "rojos" y "azules", dando paso a un nuevo amanecer de gentes presididas por la tolerancia, la moderación y el centrismo. Desgraciadamente, este es el momento más álgido para el "frentismo" desde la restauración democrática.

"Ciudadanos" de Inés se mueve entre dos delgadas líneas contradictorias. Por un lado, la necesidad de supervivencia en solitario y, por otro, la convicción de que si no hay unidad en el centroderecha el presidente que, junto a Zapatero, más ha hecho por radicalizar y dividir el país, puede criar canas en el poder. Creo que este cónclave de marzo donde la militancia naranja/liberal se reúne para decidir su futuro es importante para la sociedad española. El centro es el mejor de los espacios posibles en política y en la vida; también el más difícil de argumentar y, sobre todo, de plasmar en el corazón de la ciudadanía.

La desgracia para la formación fundada por Rivera es que con ser nueva, parece 'viejuna'. Su aire fresco se confunde con algunas prácticas de oxígeno viciado. Tiene ahora la posibilidad de la mano de una líder corajuda y que cae bien de intentar levantarse en medio de dificultades sin cuento.

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