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La gran lección del bichito
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Graciano Palomo

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La gran lección del bichito

El virus en cuestión ha servido también para que el conjunto de las instituciones españoles reaccione al unísono ante un lío como el que tenemos encima

Foto: Una mujer con mascarilla en Italia. (Reuters)
Una mujer con mascarilla en Italia. (Reuters)

Mi amigo Juan José Hidalgo, empresario señero venido de la nada (Globalia), está sumamente preocupado. Y para que el salmantino mantenga un rictus de relativa angustia —después de haber pasado varias veces el Cabo de Hornos— significa que el desastre golpea las puertas. De todos.

Un virus que no se ha parado en la Gran Muralla China, ni en los Alpes italianos.

Los grandes desafíos de la humanidad —al final, España no es sino un pequeño país que tuvo su oportunidad histórica hace casi seis siglos— solo se pueden enfrentar con unidad básica y con visión en lontananza. No hay soluciones individuales, ni de pequeños territorios, ni ejercitando vuelos gallináceos. Si los vascos son incapaces de sacar de un estercolero ardiendo a dos humildes ciudadanos enterrados en vida, cómo van a ser capaces de doblar el brazo al sinfín de problemas/asuntos que ya presenta su bigote en sociedad.

El virus en cuestión ha servido también para que, a pesar de las malas artes de una izquierda atrabiliaria, antigua y caduca cuando está en la oposición, el conjunto de las instituciones españoles reaccione al unísono ante un lío como el que tenemos encima sin reparar en colores, ni siquiera trincheras ideológicas y de poder.

No puedo incluir entre las instituciones a RTVE, el gran felpudo gubernamental siempre y mucho más en la actual situación de tragedia nacional. Con razón la presidenta madrileña Ayuso se ha quejado por carta a la "abuelita" Mateo, la hija de aquel coronel franquista. ¡Una vergüenza indigna de un medio europeo! Intentar hacer "partido" con una crisis de semejante naturaleza en un medio público. ¿No se les caerá la cara a sus profesionales?

Luego viene el teletrabajo. Que se ha impuesto a marchas forzadas en el sector productivo hispano. Lo que viene a confirmar que las grandes crisis ofrecen netos resultados en el avance y la ruptura de esquemas anquilosados.

No hay mal que por bien no venga.

Mi amigo Juan José Hidalgo, empresario señero venido de la nada (Globalia), está sumamente preocupado. Y para que el salmantino mantenga un rictus de relativa angustia —después de haber pasado varias veces el Cabo de Hornos— significa que el desastre golpea las puertas. De todos.

Juan José Hidalgo Globalia RTVE