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Ciudadanos se diluye... en el PSOE
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Graciano Palomo

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Ciudadanos se diluye... en el PSOE

Atendiendo a los procederes de los nuevos dirigentes de Cs, la formación fundada por Rivera pretende echarse en manos de un socialismo que nada tiene que ver con el centro-izquierda

Foto: El diputado de Ciudadanos, Edmundo Bal, durante su intervención en el pleno celebrado este jueves. (EFE)
El diputado de Ciudadanos, Edmundo Bal, durante su intervención en el pleno celebrado este jueves. (EFE)

Han pasado pocos meses desde que Albert Rivera tuvo que hacer mutis por el foro ante el rotundo fracaso el 10-D tras equivocar la estrategia. Y ha pasado aún menos tiempo desde que la corajuda Inés Arrimadas desafiara en el Congreso de los Diputados al orondo poder de la izquierda, la izquierda ultra y el secesionismo. El virus hace milagros precisamente cuando el programa de la izquierda ultra se está llevando a cabo en sus principales consideraciones bajo la égida de Sánchez.

Foto: Encuentro de Pedro Sánchez e Inés Arrimadas el pasado 16 de diciembre. (EFE)

Oyendo el pasado jueves a Edmundo Bal, persona preparada y templada donde las haya, alguien pudiera tener la tentación de concluir que estaba suplicando una caricia de Sánchez, el mismo al que antes trataba de sacar la piel a tiras.

El tiempo no da segunda oportunidades. Si cuando pudieron no evitaron un gobierno socialcomunista, vienen ahora a tratar de dinamitar una coalición en la que ambos dirigentes —Sánchez e Iglesias—, aunque se odien personalmente están encantados de facilitarse la mutua supervivencia uno a otro y otro a uno.

De alguna manera, por lo que parece con base en los procederes de los nuevos dirigentes de Ciudadanos, la formación fundada por Rivera pretende ahora echarse en manos de un socialismo que nada tiene que ver con el centroizquierda y mucho menos con la socialdemocracia.

Nadie puede garantizar que esa nueva estrategia no suponga un salvoconducto para la supervivencia; ni tampoco que no sea el camino más directo a un RIP que, desgraciadamente, está tan de moda estos días en el país que todavía continuamos llamando España.

A Sánchez, salvo el Covid19, todo en su pequeña dimensión le hace feliz.

Han pasado pocos meses desde que Albert Rivera tuvo que hacer mutis por el foro ante el rotundo fracaso el 10-D tras equivocar la estrategia. Y ha pasado aún menos tiempo desde que la corajuda Inés Arrimadas desafiara en el Congreso de los Diputados al orondo poder de la izquierda, la izquierda ultra y el secesionismo. El virus hace milagros precisamente cuando el programa de la izquierda ultra se está llevando a cabo en sus principales consideraciones bajo la égida de Sánchez.

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