Unidad y lealtad. ¡Lo exige Sánchez!

"Usted, señor Sánchez, cuenta con la lealtad del Partido Popular a cuyos gobiernos usted negó esa lealtad…", subraya Pablo Casado..."Con el ébola, con una infectada que fue salvada, pidió la dimisión del Gobierno, insultó a sus ministros y con el sacrificio de un perro usted montó 25 manifestaciones y salieron a la calle a llamarnos ¡asesinos! No se merece usted la lealtad que le damos y que le ofrecemos por el interés general de los españoles... ¡No todos somos iguales!

Opinión

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Aquí no hay pacto que valga

Rubén Amón

Sánchez saca la cabeza de los papeles que le ha preparado Redondo y hace un rictus de desprecio. Pero la fonoteca, la hemeroteca, los vídeos no mienten. Es el mismo Pedro Sánchez el que repite/pide, pide/repite —que es lo que le han dicho que diga—, lo de la unidad y la lealtad.

Unos minutos más tarde, sale a la tribuna Adriana Lastra, en plan cancerbera para insultar y responsabilizar a los que ni siquiera llaman por teléfono. Perpetra una reprimenda como si lo hiciera por precio ante la cara complacida de su jefe.

Si Merkel y Rutte no son capaces de comprar a Sánchez un coche usado, ¿cómo demonios se va a encontrar un solo líder político en España capaz de pagar por adelantado el precio que exige un tipo que a buen seguro tratará de estafarte? Pablo Iglesias fue listo conociendo el paño. Exigió el pago —cuatro ministerios y el poder fáctico del país— y desde dentro las cosas se ven distintas. Distintas por ahora, porque esa entente estallará más pronto que tarde, sobre todo, si Sánchez se está pensando lo del ofrecimiento 'gratia et amore' de Ciudadanos en una operación arriesgadísima de Inés Arrimadas.

Sánchez nunca ha tenido intención de propiciar ningún pacto. Llamará a los dirigentes para la foto y algún comunicado trufado de mentiras y retorcimiento. Está muy cómodo con todo el poder sin tener que dar cuenta ni justificarse ante nadie.

No deja de ser sorprendente —en Sánchez todo es atrabiliario, descolocante e increíble— que sea él quien exija "unidad" y "lealtad". Él, que ahondó con más entusiasmo en la división de la sociedad española y él, que no fue leal ni siquiera al grupo de dirigentes socialistas que hicieron posible su llegada al poder en el PSOE.

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