Empresarios: bla, bla, bla

Se atribuye al científico alemán Georg C. Lichtenberg esta famosa frase: "La política es demasiado importante para dejarla solo en manos de los políticos…".

Antonio Garamendi ha tenido una magnífica iniciativa convocando la cumbre empresarial desarrollada durante la pasada semana, sobre todo para que un sector empresarial clave no quedara debajo de la mesa, cuando lo que está en cuestión precisamente es la mesa y las lámparas.

Llama a los empresarios —de muy diferentes pelajes e intereses— tras comprobar que la entente gubernamental y sus cuates —los invisibles y bien engrasados sindicatos durante toda la pandemia— los han tratado como una prenda de ropa interior barata. De ello, no está ajeno de culpa el propio jefe del 'lobby' que fue abducido por Sánchez con tres subidas al 'Air Force One' y dos carantoñas. El bilbaíno es muchacho simpático y sabedor de empresas; quizá sobrevalora en exceso el poder político, aunque Sánchez utilice a destajo el 'SuperPuma' para epatar al respetable e infundirse autoconfianza.

"La política es demasiado importante para dejarla solo en manos de los políticos…"

Bien. ¿Qué se ha oído por ese aquelarre empresarial sobrecogido por la tragedia? Nada nuevo, en verdad. Los grandes —Iberdrola, Botín, Roig, Isla, etc.— no han hecho otra cosa que repetir lo que conoce hasta un cabrero de las Urdes, cuidándose muy mucho de no molestar al señor del BOE; no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad.

Solo los que no deben nada al favor gubernamental, y esperan menos, se han permitido levantar someramente la voz para denunciar las tropelías que, en asuntos de comer, perpetran Sánchez&Iglesias. Ya han perdido todas las esperanzas depositadas en la eurócrata Calviño porque han descubierto (sic) que carece de toda 'potestas' dentro del Gabinete.

Medio Gobierno, al menos, desprecia a los empresarios. Los considera, básicamente, fagocitadores de vidas y haciendas a los que hay que apretar el dogal hasta su extinción. Se ha puesto 'again' de moda lo 'público' bajo cualquier condición. Hasta Sánchez presume de que el 31% de los españoles come y bebe gracias a su generosidad expandida en empleos públicos, subvenciones, prestaciones sociales, desempleo y pagas varias.

No seré yo el que derrame una lágrima por tanto miedo/pánico como estulticia. Que con su pan se lo coman. Si les dejan…