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Graciano Palomo

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La ruptura

Durante los 40 años posteriores se confirmó que el camino reformista escogido por todos, salvo por los terroristas de ETA y los marginales separatistas, resultó el adecuado

Foto: El Rey preside el Consejo de Seguridad Nacional con Sánchez y 14 ministros. (EFE)
El Rey preside el Consejo de Seguridad Nacional con Sánchez y 14 ministros. (EFE)

Cuando se inició la gran andadura de la Transición el dilema/debate fue reforma/ruptura. Encontrar la mejor fórmula para que España entrara en el club de naciones libres y democráticas del mundo, especialmente, en lo referido al selecto club europeo.

Se optó por la reforma desde los herederos de la Guerra Civil a los perdedores, incluyendo el histórico y mundialmente reconocido "abrazo de la Transición". Durante los 40 años posteriores se confirmó —'urbi et orbi'— que el camino reformista escogido por todos, salvo por los terroristas de ETA y los marginales separatistas, resultó el adecuado. La nación, no sin inmensas dificultades de todo tipo como económicas o terroristas, alcanzó su velocidad de crucero, se insertó en el mundo libre, se alcanzaron cotas de bienestar, se creó y se repartió riqueza, accedió en sus posiciones europeas con ventaja, se internalizó la economía como nunca antes en la historia del viejo y cuarteado país, se universalizó la Sanidad, la Educación y el conjunto de las libertades. Dos generaciones estuvieron orgullosas de la España refundada; pero hasta ahí llegó el agua.

Cuarenta años y ni uno más. Mi veterano colega, con el que compartí lo sustancial de aquellas reformas, Fernando Jáuregui, que había militado en el Partido Comunista porque creyó que era la mejor forma para restaurar la libertad plena y retornar a la europeidad, acaba de publicar un muy recomendable libro —'La ruptura', Editorial Almuzara—. Especialmente valioso podría resultar para aquellos jóvenes sin memoria que desean ganarse el pan poniendo una letra detrás de otra.

Dos generaciones estuvieron orgullosas de la España refundada; pero hasta ahí llegó el agua


En el trabajo, cuasi autobiográfico, se analiza cómo hemos llegado hasta la ruptura hoy y aquí. Dice Jáuregui, quizá el periodista español que ha pasado por más medios nacionales, que aquel sistema democrático, como lo conocimos desde 1978, se rompe… "Yo estuve ahí..." O lo que es lo mismo la "evolución en marcha que no supimos ver…".

Medio siglo, en efecto, para contarlo. La caída del 'juancarlismo', ya veremos sino también de la monarquía, la forma cainita y guerracivilista de hacer política, la nueva crisis económica, la instalación de la mentira —siempre la hubo entre los dirigentes políticos pero no con la grandeza y los tintes del momento—, el aprovechamiento descarado de las clases más desfavorecidas para subir en los peldaños económicos y sociales, el desgarro de la nación… "Todo se ha deteriorado en los últimos diez años, y muchísimo en los últimos meses". Quizá, dice el autor, "hemos ido, entre todos, desconstruyendo el Estado que se construyó formidablemente en 1978… El fracaso de cuarenta años de Historia…".

Esta Historia, a diferencia del cartero, siempre llama dos veces a la puerta. Y la primera todavía está demasiado reciente.

Cuando se inició la gran andadura de la Transición el dilema/debate fue reforma/ruptura. Encontrar la mejor fórmula para que España entrara en el club de naciones libres y democráticas del mundo, especialmente, en lo referido al selecto club europeo.

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