¿Ha dicho usted moción de censura?

La moción de censura anunciada por el tercer grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados será la quinta iniciativa de este porte que se tramite en la Cámara Baja. De las cuatro anteriores solo la presentada hace dos años contra Mariano Rajoy tuvo éxito.

Resulta obvio, pero hay que recordarlo, que el ordenamiento constitucional establece esta fórmula democrática para desembarazarse de un gobierno que persiste en el error, en la indignidad o la incompetencia manifiesta. Y, en uso de ese derecho, también buscar el debilitamiento y cuarteo del adversario político como sucedió en los albores de la Transición (1980) con aquel famoso alegato de un formidable Felipe González contra un periclitado gobierno de Adolfo Suárez. En el 2017, Pablo Iglesias quiso emular a su enemigo González haciendo lo propio contra Rajoy y la moción resultó un bumerán contra el corazón mismo del hoy vicepresidente del Gobierno.

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EFE

Bien. Y ¿la anunciada por Abascal? Se trata de un buen cable al que aferrarse un Sánchez rodeado por muy serios envites. Se ha dicho, con razón, que esta censura anunciada —lo que no quiere decir que llegue a presentarse— es una forma de zaherir al Partido Popular de Pablo Casado y poner en aprietos a la formación de centroderecha; Abascal, que conoce bien al PP, sabe perfectamente que Casado no puede hacer lo que él hace. Por ahí y desde posiciones maximalistas e imposibles, busca propinar puntapiés a Sánchez en el trasero de Casado.

No se puede negar, desde una óptica constitucional y democrática, la legitimidad de la iniciativa. Escrito lo anterior, afirmar con justeza que la política, como casi todo en la vida civilizada, hay que practicarla con el cerebro antes que con las vísceras.