El caso del consejero (PSOE) con una sicav en Luxemburgo

Es irrelevante que el consejero socialista de Educación y Cultura del gobierno autónomo de La Rioja se llame Luis Cacho, el portavoz (también cesado) Chus del Río o Pedro Uruñela. Ha sido una noticia que ha pasado desapercibida al rebufo de los calores veraniegos y del ciclón informativo que ha supuesto la marcha de su país de un rey que está en cuestión por 60 millones de euros producto de una donación saudí.

Cierto es que la presidenta le ha segado la cabeza de un tajo, todo hay que escribirlo, pero una golondrina sí hace verano. Cacho milita en un partido (PSOE) que ha hecho de la lucha contra la evasión fiscal un 'leitmotiv' de lucha política contra sus adversarios —no seré yo el que critique esa cruzada anti-ricos defraudadores— y seguramente el exflamante consejo también. Digo que una golondrina sí hace verano porque llueve sobre mojado. En un momento en el que sus mayores políticos en el Gobierno anuncian una operación de búsqueda de dinero bajo las piedras uno de sus dirigentes mueve su sicav con 77 millones a Luxemburgo con el objetivo de poner sus dinerazo a buen recaudo. Esto es, entre otras cosas, lo que perseguía aquel incólume 15-M que posteriormente cayó en manos equivocadas.

Desde el PSOE siempre se ha considerado la utilización de sociedades instrumentales para evadir impuestos como 'casus belli'

Ignoro, ni me importa, cómo y cuándo ha podido amasar tamaña fortuna —no muy socialista— el señor Cacho. Me importa más el viejo refrán aplicado al susodicho de consejos vendo y para mí no tengo. Afortunadamente para él y para el PSOE no ha habido programas monográficos en radio y televisión para poner en la picota al susodicho. Porque desde ese partido siempre se ha considerado la utilización de sociedades instrumentales para evadir impuestos como 'casus belli', comenzando por Pedro Sánchez. Tampoco habrá una moción de censura, supongo, en el gobierno riojano. Lo que más me llama la atención es que los soldados podemitas no hayan abierto el pico siquiera para desmarcarse éticamente del asunto. Alberto Garzón, por ejemplo, no ha explicado todavía en qué se gastó su partido el dinero que el Parlamento Europeo le concedió para que ejerciera labores parlamentarias propias y lo dedicó a otros fines. ¿Qué fines? Eso también es corrupción, creo.

¡Vivir para ver!