Escrivá se pone serio

Medios cercanos al ministro José Luis Escrivá, Seguridad Social, Inclusión y Migraciones, afirman que su jefe está hasta el moño de tener que lidiar permanentemente con las "gentes de moño" en cuestiones que son de comer, verbigracia, sostenimiento del sistema público de pensiones, que llevan directamente a plantearse cuestiones como la edad de la jubilación y otras menudencias.

Escrivá fue cooptado en su día por Sánchez con buen criterio. Es tipo serio, que funciona bien al mando de la calculadora, que sabe cómo se desenvuelven las macromagnitudes y que desprecia las proclamas hueras, rechazando los brindis al sol del populismo barato. Sus choques constantes con la 'coleguilla' de Trabajo, con su teórico jefe, el Vicepresidente segundo, pueden sustanciarse en una fuga acelerada por parte del albaceteño que podría, finalmente, entender que con esos acompañamientos no puede ir con el jarro a la fuente en busca de agua. O dicho en román paladino: donde no hay mata, no hay patata.

Ha llegado a la conclusión de que es difícil cumplir con la tarea si a su izquierda tiene a otros ministros haciendo la puñeta

El economista, antiguo jefe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) y presidente de la Red de Instituciones Fiscales de la Unión Europea, habría llegado a la conclusión —siempre según fuentes próximas al ministro— que es difícil cumplir con la tarea encomendada si a su izquierda tiene a otros ministros haciendo la puñeta o lo que es lo mismo echando arena en el engranaje. Su misión principal es garantizar que los casi diez millones de pensionistas puedan recibir cada 26 de cada mes su prestación. Y parece haber ministros, perfectamente identificables, empeñados en demostrar la cuadratura del círculo, en la ignorancia de que la hucha de las pensiones no es de chicle.

Escrivá, junto con Calviño, son las dos coartadas 'sanchistas' ante los poderes fácticos económicos y Bruselas a los que se aferra el susodicho en busca de credibilidad y dinero. Solo le faltaba a Mark Rutte conocer que tanto a Calviño como a Escrivá los neocomunistas no les dejan hacer su trabajo.

Tengo para mí que algo se mueve en los intestinos de un Gobierno donde se miran unos a otros con el ceño fruncido…