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Graciano Palomo

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A propósito del Rey

En el Congreso hay que oír, por ejemplo, cosas como que el centro-derecha y la derecha ponen en riesgo la monarquía parlamentaria

Foto: El rey Felipe VI (d) recibe al líder de IU, Alberto Garzón (i). (EFE)
El rey Felipe VI (d) recibe al líder de IU, Alberto Garzón (i). (EFE)

¿Era necesario abrir esa espita? Con un panorama tan esperanzador —quiebra económica e institucional del Estado, instituciones al pairo, muertos por doquier, infectados en legión—, ¿lo más urgente es poner en la picota al rey Felipe?

Cuando pasen los lustros y los historiadores analicen en profundidad y en rigor objetivo la actual y descomunal crisis, tengo para mí que algunos de sus principales actores no saldrán bien parados. Unos peor que otros. Al gobierno del doctor Sánchez, ese que tanto agrada al talibán Bogart (sic), ese líder mundial que balancea sobre sí mismo el botafumeiro, le cabe la mayor responsabilidad de cumplir lo que ha jurado ya dos veces. Naturalmente que se puede abrir un debate nacional acerca de la conveniencia o no de ser una monarquía parlamentaria; obvio que se puede defender sin que la palidezca el sentido común ni el sistema democrático la república. Pero ¿en estos momentos es el asunto que más embriaga las cuitas de los españoles?

Ya sabemos que Iglesias y el tal Garzón —que también prometieron por su conciencia y honor lo mismo que su jefe gubernamental ante el señor que les dio posesión de sus poltronas— son republicanos. Faltaría más, están en todo su derecho. Lo que sorprende es que suelten el dóberman precisamente cuando uno y otro no pueden justificar los dineros, o eso parece. IU debe más de dos millones a la Hacienda y el Parlamento Europeo recordó que sus eurodiputados utilizaron dinero de aquella institución supranacional para fines perversos. Algo que, como no aparece en prensa, cree el señor comunista que se ha olvidado.

Por lo demás, es un hecho cierto que el actual titular de la Corona debe agradecer a sus enemigos (porque son eso, enemigos confesos) varias cosas. La primera que hayan conseguido meter al jefe del Estado (la reina no gobierna) en la refriega política que en sí mismo resulta letal. La segunda, que la ofensiva gubernamental contra el señor de Somontes haya provocado lo inevitable: frente acción-reacción. Millones de españoles, asombrados y encorajinados, izquierdas, derechas y centro han visto con claridad meridiana que dichos ataques tienen su aquel. Se han vuelto hacia Felipe con simpatía y apoyo.

Con miles y miles de muertos en los frigoríficos de las morgues, con millones de españoles mano sobre mano porque no tiene nada que hacer ni esperanza de encontrar un empleo, con las arcas nacionales, autonómicas y locales criando densas telarañas, que vengan tres señoritos en coche oficial, gastos de representación y abultada chequera, adarga en mano, en un intento de mandar a paseo a un titular de la Corona que se ciñe escrupulosamente a su rol constitucional, no deja concluir otra cosa que estamos ante un colosal sarcasmo. Hasta el punto que dos dirigentes socialistas escandalizados (Page y Lambán) se han revuelto contra la perpetrada gubernamental, aunque tendría otras formas de poner coto al continuo desvarío.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, en una imagen reciente en la Moncloa. (EFE)
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En el Congreso hay que oír, por ejemplo, cosas como que el centro-derecha y la derecha ponen en riesgo la monarquía parlamentaria.

Resulta que los que desean que el rey Felipe suba al cadalso (metáfora meramente literaria) son los mismos que acusan a los otros de intentar acabar con la Monarquía mediante la defensa de la institución. ¡Enternecedor!

"Con algunos personajes, solo me sentaría a la mesa si pagan ellos" (Groucho Marx).

¿Era necesario abrir esa espita? Con un panorama tan esperanzador —quiebra económica e institucional del Estado, instituciones al pairo, muertos por doquier, infectados en legión—, ¿lo más urgente es poner en la picota al rey Felipe?

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