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Pelea entre dos damas que vinieron para redimirnos
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Graciano Palomo

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Pelea entre dos damas que vinieron para redimirnos

Lo que puede concluirse de los fraternos mandobles entre Montero y Rodríguez es que ambas persiguen los sueldos abultados procedentes de las arcas públicas

Foto: Teresa Rodríguez. (EFE)
Teresa Rodríguez. (EFE)

Aunque el quilombo que echa chispas entre la exlideresa andaluza Teresa Rodríguez y la lideresa madrileña Irene Montero no pasa de ser un patio de vecindad más propio de un corral de comedia que de un episodio transcendente; sin embargo, el episodio sí deja algunos corolarios para interpretar la realidad política y social que nos circunda.

Las "compañeras" entrañables de otros tiempos recientes se han tirado de los pelos del moño con una ferocidad que pone en cuestión la razón y razones que siempre han dado para estar en política. Lo que les divide es el dinero y el poder. No les une, como dijeron, la voluntad de servir a su clientela electoral y a los más desfavorecidos, esa legión de parias sin empleo que cada vez es más numerosa. Ni siquiera la defensa de la maternidad y su ejercicio; mucho menos el respeto a la libertad individual de vivir donde se pueda pagar y pernoctar cada noche con quien a cada una le venga en gana.

En política y en la vida, lo que se hace es siempre mucho más importante que lo que se dice. El pueblo las juzgará

Lo que puede concluirse de los fraternos mandobles entre Montero y Rodríguez es que ambas persiguen los sueldos abultados procedentes de las arcas públicas, el poder, la fama inconsistente y el oropel. Me he preguntado al contemplar tamaño ejercicio de ejemplaridad entre dos "compañeras" entrañables qué pensarán esos millones de ciudadanos, que generalmente pagan impuestos para poder abonar las cantidades mensuales de referencia, ante el rifirrafe de dos mujeres que han sido claves en la concepción y explosión de Podemos, teniendo presente aquella tarjeta de visita repleta de solidaridad y bonhomía que presentaron cuando empezó todo.

El gran asunto en los grandes temas de representación política, desde que el ser humano lo fue, es cambiar la realidad sin que la "nueva realidad" cambie el paso en los aspectos fundamentales.

Foto: Teresa Rodríguez. (IM)

Me temo que en el caso que nos ocupa ha ocurrido lo segundo. Ha llegado el momento de esculpir en esta columna digital el viejo y hasta manido dicho de que no es lo mismo predicar que dar trigo. En política y en la vida, lo que se hace es siempre mucho más importante que lo que se dice. El pueblo las juzgará.

Aunque el quilombo que echa chispas entre la exlideresa andaluza Teresa Rodríguez y la lideresa madrileña Irene Montero no pasa de ser un patio de vecindad más propio de un corral de comedia que de un episodio transcendente; sin embargo, el episodio sí deja algunos corolarios para interpretar la realidad política y social que nos circunda.

Irene Montero Teresa Rodríguez