Palo Alto
Por
Lo de Arrimadas
Su loable proyecto de acabar con las trincheras coloradas o azules camina rumbo a lo desconocido. O, dicho de otro modo, de derrota en derrota hasta la victoria final
Lleva tiempo Inés Arrimadas, acuciada por la necesidad, insistiendo a Sánchez de que debe elegir entre unos y otros. Debe de ser la única en desconocer una realidad palmaria: el presidente del Gobierno hace tiempo que optó. Punto.
Los intentos (todos) por transmitir a la sociedad española que Ciudadanos es una formación política que ha venido a solucionar problemas y no a crearlos se diluyen ante la determinación de la entente gubernamental de excluirla. A Sánchez solo le interesa el plus de imagen y distinción que pudieran ofrecer los naranjas —sobre todo ante Europa— para que la acusación cierta de que le produce regusto juntarse con populistas de extrema izquierda y secesionistas confesos se oscurezca. Todo el mundo sabe dentro y fuera lo que piensa realmente Sánchez acerca de lo que le puede ofrecer Arrimadas.
Aun así, con todos los desprecios inimaginables, resulta loable una actitud melancólica que está destinada a fracaso. La famosa foto de Colón ha sido mutada por la nueva estampa en la que aparecen carlistones al paño, identitarios convictos y émulos de los sátrapas, eso sí, con vitola de progresistas.
El recado del fundador del partido, Albert Rivera, no tiene desperdicio. Ciudadanos se debate entre la marejada interna y un desiderátum desgraciadamente imposible —dadas las circunstancias— de llevarse a cabo.
Definitivamente, Arrimadas y su loable proyecto de acabar con las trincheras coloradas o azules, camina rumbo a lo desconocido. O dicho de otro modo, de derrota en derrota hasta la victoria final.
Lleva tiempo Inés Arrimadas, acuciada por la necesidad, insistiendo a Sánchez de que debe elegir entre unos y otros. Debe de ser la única en desconocer una realidad palmaria: el presidente del Gobierno hace tiempo que optó. Punto.