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Casado, en el cuartel de los curas
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Graciano Palomo

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Casado, en el cuartel de los curas

El presidente popular debería preguntar a sus amigos los expresidentes populares cuál fue la ratio en su relación con la cúpula eclesiástica

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE)
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE)

Lo escribo con sinceridad evangélica y sin ningún resquicio a la maldad: extrañaba mucho que tras las últimas decisiones del Frankenstein —enseñanza de la religión, educación concertada, IBI en edificios católicos— el nuevo monseñor al frente de la Conferencia Episcopal no invitara al jefe de la oposición a visitar las magras dependencias de Añastro, 1.

El cardenal Omella tiene sede episcopal en Barcelona y, aunque no es Narcís Jubany en sus abrazos a la familia Pujol y a todo lo que representan, tiene fama de pacificador y maleable. En cuestiones terrenales, me refiero. Ahí no manda el turolense. Ahí manda el hombre del dinero, que es un viejo conocido de mis lectores y que responde por el nombre de Fernando Giménez Barriocanal, el 'hereu' del inmortal don Bernardo, que en gloria esté.

Foto: Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal. (EFE) Opinión

Barriocanal, del que dicen que aspiraba a situarse en el Vaticano cerca del Papa, es el auténtico poder fáctico dentro de la Iglesia Católica española. El hombre de los denarios, que no solo de rezos viven los curas. Tal y como están los asuntos públicos en este país, los dirigentes católicos, que en términos generales son leídos, saben que con la "izquierdona" en el poder lo tienen crudo. Les pueden y, de hecho, les van a hacer numerosos rotos en los trajes talares.

De modo y manera, que vista a la derecha. Con Ciudadanos nunca lo tuvieron claro. Con Vox, es mucho más fácil por todo. La clave es el PP, que después de Manuel Fraga pasó a ser la "derecha pagana" con casi todos sus dirigentes sin cirio en la mano.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)

Pablo Casado es un confeso católico practicante y está en su derecho más legítimo. Ignoro cuál fue lo nuclear en su visita al cuartel general de los ensotanados y su café con el jefe de todos ellos. El presidente popular, que empieza a generar en los alrededores del centro derecha los mismos efluvios que cuando Aznar y Rajoy antes de habitar en Moncloa, debería preguntar a sus amigos los expresidentes populares cuál fue la ratio en su relación con la cúpula eclesiástica y especialmente con Giménez Barriocanal, que, además, es el supremo sacerdote en los medios de comunicación de la Iglesia. Si yo estuviera en su lugar, también pediría información —incluso consejo— a la exvicepresidenta Sáenz de Santamaría y a la ministra Báñez. Incluso, lo tiene más fácil para no gastar línea telefónica, llamar algún colaborador(a) actual muy próximo para informarse de lo que ocurrió en el canal que graciosamente concedió el gobierno Rajoy a la Iglesia.

Ya sabe, a Dios rogando y con el mazo dando.

PD. Por cierto, Barriocanal mantiene en la Fundación COPE como presidente adjunto a Pedro Antonio Martín Marín, imputado en el caso de corrupción Lezo. "Se lo llevaba de todas partes…". (Ignacio González).

Lo escribo con sinceridad evangélica y sin ningún resquicio a la maldad: extrañaba mucho que tras las últimas decisiones del Frankenstein —enseñanza de la religión, educación concertada, IBI en edificios católicos— el nuevo monseñor al frente de la Conferencia Episcopal no invitara al jefe de la oposición a visitar las magras dependencias de Añastro, 1.

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