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El Capitolio retrata los extremos
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Graciano Palomo

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El Capitolio retrata los extremos

Trump muere políticamente como nació. Obama lo definió en su día, cuando le entregó el testigo presidencial, como "estrafalario" y "distinto" inquilino de la Casa Blanca

Foto: Seguidores de Trump protestan en el Capitolio de Estados Unidos. (EFE)
Seguidores de Trump protestan en el Capitolio de Estados Unidos. (EFE)

No haré, deliberadamente, paralelismo alguno entre el ignominioso asalto al Capitolio estadounidense con otros perpetrados por estos lares. Cada día tiene su afán y cada nación su aquel.

La obscenidad suprema de los asaltantes en Washington DC me llevó hasta Alexis de Tocqueville ('La democracia en América') que tanto influyó en los padres fundadores de la Unión reunidos en la bella ciudad de Filadelfia. El Parlamento del país líder durante muchas décadas del mundo libre convertido en un violento patio de vecindad al estilo de lo que sucede en países donde la democracia y la libertad es una quimera.

Trump muere políticamente como nació. Obama lo definió en su día, cuando le entregó el testigo presidencial, como "estrafalario" y "distinto" inquilino de la Casa Blanca. Lo que no pudo imaginar es toda la estupidez que albergaba el alma del rubicundo magnate de los rascacielos neoyorkinos, ni siquiera toda la locura enfermiza que puede albergar un ser que se cree superior al resto de los mortales. Básicamente, no aceptar que puedes ser derrotado. Me cuesta creer que los legisladores norteamericanos no le hayan aplicado ya la 25 enmienda para desalojarle 'ipso facto' de las manijas del poder.

Foto: Partidarios del presidente Donald Trump asaltan el Capitolio estadounidense.

El problema ya no es Trump. Son los 70 millones de votos que le secundaron en la última contienda bajo las siglas del Partido Republicano y para el propio partido que algo hizo a lo largo de su historia por la gran Unión. Es el problema agrandado cuando no se pone coto al desvarío. Algunos medios españoles hacen un paralelismo entre los procederes del "trumpismo" y determinados partidos domésticos y líderes que hablan en castellano. Tendrán sus argumentos y motivos.

Nadie que llegue a la responsabilidad política, por pequeña que esta sea, debería desconocer algo obvio: las grandes, medianas y pequeñas potencias en un mundo libre se pueden gobernar fuera de la moderación, el sentido común y el entender que nadie lleva toda la razón. Es más, que llegado el caso hay que gobernar para todos, los que te votan y los que no. Entiendo esa imagen de la Estatua de la Libertad tapándose los ojos con las manos para ocultar su vergüenza.

No haré, deliberadamente, paralelismo alguno entre el ignominioso asalto al Capitolio estadounidense con otros perpetrados por estos lares. Cada día tiene su afán y cada nación su aquel.

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