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¿Quién encarna hoy en España la "dialéctica de la hostilidad"?
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Graciano Palomo

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¿Quién encarna hoy en España la "dialéctica de la hostilidad"?

Hoy, en España, se ha puesto de moda practicar esa "dialéctica". No hay más que observar la realidad cualquier día de estos, en cualquier hora de aquella, guardar silencio...

Foto: Vista del hemiciclo vacío desde la mesa de la presidenta del Congreso. (EFE)
Vista del hemiciclo vacío desde la mesa de la presidenta del Congreso. (EFE)

En sus memorias ('Fue posible la concordia', 1996), Adolfo Suárez recuerda que si fue posible el milagro de la Transición resultó porque en ambos lados de la orilla española no había "enemigos".

Si pudiera levantar la cabeza desde su fría tumba en la catedral de Ávila, el duque de Suárez se llevaría una enorme decepción: resulta que está siendo posible el retroceso, la vuelta a las andadas, la liquidación del adversario. El hombre de Cebreros, que aguantó las tarascadas de los inmovilistas del franquismo ("traidor") y las de aquellos que pretendían la "ruptura" a la "reforma", empeñó toda su carrera política –incluso delante de Franco– en no hacer buena la vieja teoría de Carl Schmitt acerca de entender la política como "dialéctica de la hostilidad". Sabido es que Schmitt fue un politólogo y filósofo decisivo en la concepción del "nacionalsocialismo" –muy pronto adjurado por esta barbarie– que entendió el acontecer político como "hostilidad".

Ahora, por ejemplo, observo más miedo al poder que nunca a lo largo de mi vida, que ha sido siempre dentro de la rectitud democrática

Hoy, en España, se ha puesto de moda practicar esa "dialéctica". No hay más que observar la realidad cualquier día de estos, en cualquier hora de aquella, guardar silencio y comprobar que determinados dirigentes no saben vivir sin bronca, sin asperezas innecesarias y sin utilizar la palabra para juegos bélicos.

Son los extremos –entre los que también ha decidido el Gobierno situarse– los que hacer buenos a Schmitt. Escribía Suárez en sus horas postreras cuando ya la parca le había dado serios avisos de que venía a por el…"He procurado desarraigar, allí donde he estado, los malos y viejos hábitos hispanos del miedo al poder, de la prepotencia, el dogmatismo…".

Ahora, por ejemplo, observo más miedo al poder que nunca a lo largo de mi vida, que ha sido siempre dentro de la rectitud democrática.

Ahora, por ejemplo, observo más prepotencia que nunca vi a lo largo de mi carrera como periodista.

Ahora, por ejemplo, observo más dogmatismo que durante aquellos años en los que fue posible la concordia.

¿Quién –pregunto– representa hoy en España la dialéctica de la hostilidad? Basta encender un aparato de televisión y poner nombres y apellidos.

En sus memorias ('Fue posible la concordia', 1996), Adolfo Suárez recuerda que si fue posible el milagro de la Transición resultó porque en ambos lados de la orilla española no había "enemigos".

Adolfo Suárez