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Graciano Palomo

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¿Dónde está el Draghi español?

En España, las decisiones sobre la pandemia han sido tomadas por políticos con criterios políticos y con sesgos partidarios

Foto: El designado para ser primer ministro de Italia, Mario Draghi. (EFE)
El designado para ser primer ministro de Italia, Mario Draghi. (EFE)

Italia, que tampoco anda muy sobrada de nada, ha decidido cooptar a un técnico para que pilote una situación de extraordinaria dificultad mientras duren esas circunstancias.

En España, desde que el virus fue negado por el gran Fernando Simón en su histórica y legendaria aseveración que no olvidaremos mientras tengamos vida ("como mucho uno o tres casos"), las decisiones sobre la pandemia han sido tomadas por políticos con criterios políticos y con sesgos partidarios.

En España, desde la llegada de Sánchez, las decisiones económicas antes y durante la pandemia, es decir, ahora mismo, han sido tomadas por políticos de escasa preparación, con criterios políticos clientelares que al final suponen una enorme ruina. Por políticos escasamente ejemplarizantes (ahí está el escándalo que suponen los 87 millones de euros repartidos como sobresueldos entre sus asesores más cercanos) y nulamente capacitados para hacer frente a problemas de tal magnitud. Ni saben de economía ni les interesa. Están a lo suyo. Mientras dure la mamandurria…

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La gestión de los famosos fondos europeos, si llegan, a tenor de las informaciones de las que disponen en Bruselas respecto a lo que perpetra el gran Sánchez, se van a repartir con criterios políticos 'ad hoc' y donde los que saben ni están ni han sido llamados. ¿Qué credibilidad va a tener la cosa si será un publicista y pocos más los que asignen los sectores, las empresas concretas, los 'lobbys' organizados que tienen la posibilidad de alcanzar la puerta del mayordomo mayor de Moncloa?

He hablado con docenas de empresarios reales, economistas competentes, emprendedores con visión y determinación. Solo encuentro en ellos fatalismo y oraciones.

La "meritocracia" es una conquista de la civilización: el mérito personal como medida de todas las cosas. La "demeritocracia" es el principio del fin de casi todo.

Italia, que tampoco anda muy sobrada de nada, ha decidido cooptar a un técnico para que pilote una situación de extraordinaria dificultad mientras duren esas circunstancias.

Fernando Simón Moncloa