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Graciano Palomo

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La princesa Leonor

Tengo para mí que los padres de la Princesa le habrán inyectado en vena los corolarios más importantes de su misión en un país difícil; raro, muy raro; e inacabado

Foto: La princesa Leonor, durante su visita al Instituto Cervantes. (EFE)
La princesa Leonor, durante su visita al Instituto Cervantes. (EFE)

La afirmación –“la niña que salvará la monarquía"– que he leído y oído estos días a propósito del primer acto en solitario de la Princesa de Asturias es un tanto exagerada. En primer lugar, porque la institución ha sido salvada por su padre, el rey Felipe. En segundo término, porque el futuro es siempre un arcano y mucho más en un país sureño como España.

Lo anterior, sin embargo, no significa que haya que poner en valor las formas y maneras que apunta la heredera de la Corona. Unas formas educadas, simpáticas, que generan sentimientos de afecto (lo de “admiración” también parece exagerado) entre millones de conciudadanos.

Lo de esta semana en el Instituto Cervantes me parece interesante por lo siguiente. Frente a la enemiga mortal, algunos dirían que “odio”, de los dirigentes del partido radicalmente extremista (Iglesias, Echenique, Monedero, Garzón, por citar los cuatro más conspicuos) se alza la realidad. Esa realidad nos ofreció imágenes de la vicepresidenta Calvo (socialista) y el presidente del Cervantes, García Montero (comunista) recibiendo en modo y forma a la que según la Constitución será la próxima reina de España. Como debe ser mientras el pueblo español no decida cambiar la forma de Estado y de Gobierno.

"Llegará un día, ojalá sea cuando la normalidad institucional y constitucional sea un hecho, que habrá que someter a referendo a la Corona"

Me encuentro entre los que creen que llegará un día, ojalá sea cuando la normalidad institucional y constitucional sea un hecho, que habrá que someter a referendo la existencia de la Corona. Es el signo de los tiempos que, como dejó escrito Francis Fukuyama, pasa por la reválida en las urnas de cualquier cuestión en el quehacer humano que afecta a comunidades grandes, medianas y pequeñas.

Tengo para mí que los padres de la princesa Leonor le habrán inyectado en vena los corolarios más importantes de su misión en un país difícil; raro, muy raro; e inacabado. Aquí puede suceder que lo que es blanco al amanecer se trueca rojo al anochecer.

Dependerá de su proceder, conducta, determinación y honradez. Lo demás son cantos de sirenas al son de notas de violín desafinado.

La afirmación –“la niña que salvará la monarquía"– que he leído y oído estos días a propósito del primer acto en solitario de la Princesa de Asturias es un tanto exagerada. En primer lugar, porque la institución ha sido salvada por su padre, el rey Felipe. En segundo término, porque el futuro es siempre un arcano y mucho más en un país sureño como España.

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