El gran Marlaska

Un exjuez vapuleado técnica y jurídicamente por desconocer que uno de sus subordinados –el coronel Pérez de los Cobos– se limitó a cumplir la legalidad y a resistirse a cometer un delito como le pedía ese exjuez.

Escándalo tras escándalo, día tras día. Debería estar las 24 horas pedaleando en la cinta pagada con dinero público mientras firma acercamientos de etarras. El último, Txapote, el asesino de los dirigentes socialistas Fernando Múgica y Fernando Buesa, de los populares Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez, y de catorce ciudadanos más.

¿Imaginan que algo similar pudiera ocurrir en Alemania, Francia, Italia, Dinamarca o Austria? ¿Algún primer ministro en ejercicio en cualquier país civilizado del mundo libre permitiría que su ministro del Interior estuviera un segundo más al frente de un departamento similar? ¿Algún ministro tendría el cuajo para seguir pernoctando en algo similar a Castellana 5 cuando ni propios ni extraños soportan tamañas fechorías?

Que los reporteros de Cintora pregunten a Margarita Robles qué piensa realmente acerca de los procederes de Marlaska

Lo de Marlaska (hasta el apellido es falso) afecta directamente a la dignidad del Consejo de Ministros. Que los reporteros de Cintora vayan a Castellana 109 y pregunten a su titular, Margarita Robles, qué piensa realmente acerca de los procederes de su antiguo compañero en la carrera judicial. Ya veremos cómo acaba judicialmente su “patada a la puerta”…

Hay un proverbio japonés que durante estos días de asueto le convendría tener presente al exjuez aupado a grandes responsabilidades por el Partido Popular. Cuando no te quiera el vecino de enfrente, llévate bien con el de arriba. Cuando ello sea imposible inténtalo con el resto y cuando eso también fracase cambia de casa.

A Marlaska no le tragan las víctimas del terrorismo; los cuerpos policiales le rechazan; a la Guardia Civil no le hables del personaje. Eso sí, los herederos de ETA con voz y voto en el Parlamento han dejado de tenerle como 'enemigo'. ¡Algo es algo!

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Fernando Garea

“Cuanto más corrompido estaba el Estado, más numerosas eran las leyes. Entonces Pompeyo fue elegido para reformar las costumbres y los remedios que propuso resultaron más perjudiciales que los delitos” (Tácito, 'Anales', III).

Una pregunta ingenua: ¿Puede un ciudadano de tal porte volver a vestir toga sorda, ciega e imparcial?

Corro raudo a preguntar. ¡Válgame Dios!