Palo Alto
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¿De qué presumes, Sánchez?
No existe Gobierno en el mundo libre que gaste cuatro vicepresidencias, máxime cuando se trata de un país en quiebra absoluta con ya más del 118 por ciento del PIB en deuda pública
Hay que hacer de la necesidad virtud. Es la consigna que emana de las calderas del gurú monclovita al que el motor del plagio se le empieza a gripar.
Pese a las apariencias (es el nada sutil toque de distinción que le acompaña) Pedro Sánchez no está muy seguro de poder mantenerse en el Falcon, mucho menos en el Superpuma. Ni siquiera vivir en el 'realismo mágico' –pese a no haber leído a García Márquez– le garantiza su supervivencia política.
En la Moncloa se han percatado ya de la jugada de su socio preferente sin el cual la legislatura durará menos que un esporádico buen dígito de audiencia en su RTVE. Si Iglesias está en disposición tras el 4-M, aunque obtenga menos votos y escaños que el “soso y serio” –Redondo 'dixit'–, exigirá la presidencia de la Comunidad de Madrid a cambio de mantener viva la ficción del Gobierno de coalición. Ese es el juego.
Mientras Washington le saca los colores a propósito del déficit democrático, la Unión Europea le afea la inacción económica, la vacunación prometida es un auténtico fiasco, los muertos siguen amontonándose, el paro es algo insufrible, los tribunales destrozan al ministro del Interior, los agricultores españoles pierden 5.000 millones por una pésima negociación de la PAC, las colas del hambre abren las carnes a cualquier mínima sensibilidad social, hete aquí que llega el señor presidente y presume de ser el único Gobierno del mundo que está rodeado de cuatro vicepresidentas.
Naturalmente que sí, señor Sánchez. No dijo a los españoles que no existe Gobierno en el mundo libre –en el sometido tampoco– que gaste cuatro vicepresidencias, máxime cuando se trata de un país en quiebra absoluta con ya más del 118 por ciento del PIB en deuda pública.
Le aconsejaría 'ipso facto' que se calase una gorrita, barba postiza, se mimetizara con el paisaje y escuchara lo que piensa el pueblo llano
Comprendo las dificultades de sus centenares de asesores para decir al césar la verdad de lo que acontece. Se trata de Sánchez 'el Grande'.
Si hubiera alguien alrededor que bien le quisiera le aconsejaría 'ipso facto' que se calase una gorrita, barba postiza, se mimetizara con el paisaje y escuchara lo que piensa el pueblo llano –en el campo, las fábricas (si es que todavía queda alguna), en la universidad, en las oficinas, en las colas del paro, etc.–.
Ese ejercicio le sería de más utilidad que todos los botafumeiros de incienso con los que le agasajan las personas que le deben su nómina, sueldos y sinecuras que pagan esos mismos ciudadanos a los que el señor presidente se niega a escuchar.
Hay que hacer de la necesidad virtud. Es la consigna que emana de las calderas del gurú monclovita al que el motor del plagio se le empieza a gripar.
Pese a las apariencias (es el nada sutil toque de distinción que le acompaña) Pedro Sánchez no está muy seguro de poder mantenerse en el Falcon, mucho menos en el Superpuma. Ni siquiera vivir en el 'realismo mágico' –pese a no haber leído a García Márquez– le garantiza su supervivencia política.
En la Moncloa se han percatado ya de la jugada de su socio preferente sin el cual la legislatura durará menos que un esporádico buen dígito de audiencia en su RTVE. Si Iglesias está en disposición tras el 4-M, aunque obtenga menos votos y escaños que el “soso y serio” –Redondo 'dixit'–, exigirá la presidencia de la Comunidad de Madrid a cambio de mantener viva la ficción del Gobierno de coalición. Ese es el juego.