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5-M: Apuntes para el día después
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Graciano Palomo

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5-M: Apuntes para el día después

La campaña del 4-M quedará en los anales fétidos de la reciente historia política española, que se escribirá con detritus sobre la base de nombres y apellidos

Foto: El candidato del PSOE a las elecciones madrileñas del 4M, Ángel Gabilondo. (EFE)
El candidato del PSOE a las elecciones madrileñas del 4M, Ángel Gabilondo. (EFE)

Se puede vivir de muchos modos, en efecto, pero hay modos que no dejan vivir. Xavier Vives, uno de los economistas españoles con más prestigio interno y de más proyección internacional, ha dicho hace tres días: “Hay que decirlo claro de una vez por todas, la toxicidad de la política española es el gran obstáculo para sacar adelante las grandes reformas que el país necesita urgentemente y para no quedarse atrás en el concierto de naciones civilizadas moderas, libres y con futuro…”.

Resulta difícil hacer un diagnóstico sobre la hora de España con más objetividad, sencillez y precisión. Y, francamente, tampoco habría que haber pasado nadie por las aulas de Cambrigde, porque hasta la menos avispada de las amas de casa o el fresador menos leído llegaría a la misma conclusión con la sola aplicación del sentido común.

"Aquel pueblo que olvida o desconoce su historia viene obligado a repetirla"

Lo ocurrido durante las últimas semanas en España tiene que ser el último estertor de la estulticia entre nosotros. Cuando a los talibanes de todas las cosas y de cualquier condición les alcance un gramo de serenidad, raciocinio, rigor y cívico patriotismo se percatarán de inmediato que nada se puede construir desde la 'cultura de la guerra' y que siempre es mejor un mal acuerdo que un buen pleito. ¡Parece mentira que no hayan aprendido nada de la historia del garrotazo! ¡Tampoco han pasado tantos años!

Se ha convertido en un mantra y en una obviedad, que no se tiene presente durante estas raras jornadas, algo tan objetivado por el devenir del tiempo: 'Aquel pueblo que olvida o desconoce su historia viene obligado a repetirla'.

De modo y manera que el 5 de mayo las consecuencias de la refriega, tan inexportable que en algunos medios occidentales empiezan a pensar en 'esos españoles sin civilizar que volverán a terminar a palos', pasará, en primer lugar, por respetar los resultados del 4-M. Los vencedores asumiendo su triunfo con generosidad y realismo; los perdedores asumiendo el lugar donde los ciudadanos soberanos les han colocado para trabajar honestamente desde esa oposición.

En segundo lugar, restañar heridas, bálsamo en lugar de vinagre en las heridas, y devolver al campo político un mínimo de oxígeno y convivencia que sea ejemplo y llamada por los representados.

Algo que esté alejado de la tentación habitual entre profesionales de la política de mirarse el ombligo y perder el tiempo soplando sus egos

En tercer lugar, buscar puntos de acuerdo y consenso en los asuntos claves y perentorios (ahora mismo son más de una docena) con el objeto de hacer algo en beneficio de los ciudadanos/contribuyentes, y no como siempre. Algo que esté alejado de la tentación habitual entre profesionales de la política de mirarse permanentemente el ombligo y perder el tiempo soplando sus egos. Y lo que es aún más esencial, pensar en el jefe real, es decir, el pueblo que les paga.

El resto no será otra cosa que gastar lo que no se tiene, producir hastío entre los ciudadanos y levantar distancia insalvable entre los teóricos gobernantes y los presuntos gobernados. La campaña del 4-M quedará en los anales fétidos de la reciente historia política española, que se escribirá con detritus sobre la base de nombres y apellidos.

Se puede vivir de muchos modos, en efecto, pero hay modos que no dejan vivir. Xavier Vives, uno de los economistas españoles con más prestigio interno y de más proyección internacional, ha dicho hace tres días: “Hay que decirlo claro de una vez por todas, la toxicidad de la política española es el gran obstáculo para sacar adelante las grandes reformas que el país necesita urgentemente y para no quedarse atrás en el concierto de naciones civilizadas moderas, libres y con futuro…”.

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