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Está ahí porque la despreciaron
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Graciano Palomo

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Está ahí porque la despreciaron

Debe estar agradecida. Un porcentaje de su éxito electoral se lo debe a Pedro Sánchez y los edecanes que le rodean.

Foto: Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. (EFE)
Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. (EFE)

Lo escribo por corto y por derecho. Me equivoqué en la inicial consideración hacia Díaz Ayuso en el sentido de que pudiera ser capaz de muñir un liderazgo tan descriptible que, bien mirado, es conjunción de muchas cosas y concatenación de múltiples factores.

Debe estar agradecida. Un porcentaje de su éxito electoral se lo debe a Pedro Sánchez y los edecanes que le rodean. Recuerdo nítidamente que el presidente del Gobierno aprovechó una Cumbre Europea en Bruselas para arremeter sin piedad y menos argumentos contra la lideresa madrileña. Ahí empezó a fraguar su incontable victoria.

Foto: La presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. (EFE) Opinión
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Ya decía el escritor que en la España de la envidia y de las emociones lo esencial es que te compadezcan. A los pocos meses de la desaparición del general Franco apareció en el panorama un tal Felipe González (más conocido entonces como 'Isidoro') y el 'stablisment' del postfranquismo decretó que el muchacho sevillano jamás podría llegar al poder. Estuvo catorce años y transformó por completo España. Sucedió con Suárez y su gobierno de 'PNN'. Llegó el turno de Aznar ('charlotín', 'pajarillo errante') y, finalmente, un gallego como el témpano apellidado Rajoy que perdió dos elecciones ante el estadista Zapatero y todo el mundo –especialmente en su propio partido– consideró que nunca pondría los pies en la Moncloa.

Situemos la cuestión. Ayuso es un producto de la 'factoría Casado'. Cuando el recién y cuitado elegido presidente nacional del Partido Popular decidió hace dos años jugarse el todo por el todo cooptando personalmente a Díaz Ayuso para la CAM y a Martínez Almeida para el principal ayuntamiento del país. Si la memoria no me falla, y no me falla, cuando Casado hizo pública su decisión, se levantaron todos los godos con las manos en la cabeza.

Dos años después, los perdedores del 4-M, no solo la izquierda, anuncian que Pablo Casado tiene un problema: Ayuso. Antes fue cuando estalló la 'almeidamanía'.

¡No dejes que la derrota te estropee una buena esperanza...!

Lo escribo por corto y por derecho. Me equivoqué en la inicial consideración hacia Díaz Ayuso en el sentido de que pudiera ser capaz de muñir un liderazgo tan descriptible que, bien mirado, es conjunción de muchas cosas y concatenación de múltiples factores.

Pablo Casado Pedro Sánchez Moncloa