El hocico de la realidad: subida de impuestos y recortes

Dicen los que frecuentan la Moncloa, que el final dramático de Rodríguez Zapatero aparece con frecuencia por el recuerdo del actual señor presidente del Gobierno. Y tiene su aquel.

Recordará el lector cómo fue la salida del inabarcable y cósmico ZP (Pajín 'dixit') leonés que tuvo que ceder el testigo a Pérez Rubalcaba cuando después de presumir de todo mientras el país se le iba entre los dedos acabó siendo un juguete roto en manos de Merkel, Obama, Sarkozy y demás mandatarios del mundo libre. Con el país en la ruina –dejó un déficit del 11 por ciento– asustados sus pares europeos, no tuvo más remedio que bajar el sueldo a los funcionarios, congelar las pensiones y producir recortes a gogó. Ello no impidió que dejara España instalada en el abismo. La historia se repite.

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Unas horas después de celebradas las elecciones madrileñas, el Gobierno anuncia la subida generalizada de impuestos, el peaje en las autovías (que en su día pagó la Alemania de Kohl) y está por sustanciarse cómo quedan las pensiones y el sueldo de los empleados públicos. Con una deuda pública insoportable, con una caída del PIB de posguerra, con el desempleo en dígitos rojos, el único clavo ardiendo al que asirse es la ayuda Europa. Con condiciones ineludibles. No se engañen, sobre todo, que no vuelvan a tomarles el número cambiado: recortes, recortes y más recortes.

Los tres años de gobierno socialextremista han resultado una orgía alegre y vivaracha en el gasto, el despilfarro en bagatelas y la desconsideración hacia los contribuyentes. Ahora hay que pagar las facturas. Sí o sí.

¡Es Europa, estúpidos!