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Y... la mayoría habló (con vozarrón)
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Graciano Palomo

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Y... la mayoría habló (con vozarrón)

El jefe del Gobierno es el principal aludido en lo que se refiere a los asuntos fundamentales de lo que se ventilaba en Madrid en la jornada (histórica) del 4 de mayo

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, y la presidenta Díaz Ayuso, tras las elecciones. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado, y la presidenta Díaz Ayuso, tras las elecciones. (EFE)

El pueblo llano y soberano hizo su trabajo. Habló con sonoridad desconocida desde hace lustros en el panorama político patrio. Ahora toca hacer lo propio a ganadores y perdedores. En medio de un extraordinario, desconcertante 'rally ayusoniano', el pueblo de Madrid le ha dicho al 'emperador' excitado (sin causa), que menos lobos. Se le había pedido que hablara y habló sin posibilidad alguna de que su mensaje fuera ambiguo, equívoco o descastado.

El resto de lo acaecido y de lo que está sucediendo (presente continuo) lo conocen todos los lectores y ha sido analizado hasta la extenuación. El jefe del Gobierno es el principal aludido en lo que se refiere a los asuntos fundamentales de lo que se ventilaba en Madrid en la jornada (histórica) del 4 de mayo. Él fue en busca de pelea –jamás en la historia democrática de Europa un primer ministro en ejercicio bajó a confrontarse con una jefa de Gobierno regional– y se encontró con un 'ayusazo' que puede no resultar el último.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), junto al secretario de Organización del PSOE y ministro de Transportes, José Luis Ábalos. (EFE)

César Calderón, quizás el 'gurú' de RedLines que mejor intuyó lo que ocurriría finalmente el 4-M, venía sosteniendo la pérdida de banderas por parte del PSOE –la libertad, entre ellas, y principalmente– y que por vez primera en la reciente historia democrática de España se iba a producir un trasvase de votos de centro-izquierda y de izquierda neta al Partido Popular. Ahí están, sin ir más lejos los casos de Rivas-Vaciamadrid, Leganés, Fuenlabrada, Parla, Móstoles y un largo etcétera.

Si algo podía sostener las posiciones socialistas –en este caso, lo de UP y el descontrolado Iglesias se me antoja asunto menor– ya se encargaron la ministra de Hacienda, Tezanos y Redondo de debilitarlas.

Si algo podía sostener las posiciones socialistas, ya se encargaron la ministra de Hacienda, Tezanos y Redondo de debilitarlas

Hay dos cosas peores que perder unas elecciones. La primera no querer enterarte del porqué el pueblo te ha dado un puntapié; la segunda despreciar el voto soberano y a sus protagonistas. Siguen a lo suyo. La única autocrítica ha sido expulsar del PSOE a Joaquín Leguina por parte de Adriana Lastra y a Nicolás Redondo Terreros. Ya me contarán lo que representa la actual dama parlamentaria, edecán del poder 'sanchista', frente al currículum 'socialista' de dos históricos socialdemócratas.

No hay que dejar engañarse por la espuma mediática. El asunto es Sánchez, no Iglesias. El segundo seguiría instalado en la marginalidad (no se puede engañar a todos todo el tiempo), sin la aquiescencia deliberada de aquel que ha tenido, todavía tiene, la responsabilidad de gobernar la nación sin hacer aspavientos e inducir a diario en el engaño y la trapacería. Esto continúa. Aceleradamente.

El pueblo llano y soberano hizo su trabajo. Habló con sonoridad desconocida desde hace lustros en el panorama político patrio. Ahora toca hacer lo propio a ganadores y perdedores. En medio de un extraordinario, desconcertante 'rally ayusoniano', el pueblo de Madrid le ha dicho al 'emperador' excitado (sin causa), que menos lobos. Se le había pedido que hablara y habló sin posibilidad alguna de que su mensaje fuera ambiguo, equívoco o descastado.

Adriana Lastra Joaquín Leguina Elecciones Madrid