La foto que encabrona en Moncloa

Aunque figuraba en las previsiones del 'señor del barranco', la foto de Pablo Casado en Bruselas junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no ha dejado de levantar sarpullidos.

En las circunstancias por las que atraviesa España, la gran derrotada, en opinión de sus enemigos, Europa es fundamental. El Gobierno ha demostrado hasta la saciedad—independencia judicial, libertad de prensa, utilización correcta del dinero que de allí proviene— que trata de engañar a la institución supranacional cuando adopta medidas que contravienen principios y normas sobre las que se asienta la convivencia preestablecida en la concordia del continente.

Sabe perfectamente que un buen y decisivo número de jefes de Estado y de gobierno de la UE son los socios —a través del Partido Popular Europeo— de Pablo Casado. Con algunos de ellos mantiene singular relación de amistad política y personal, entre ellos, la canciller Merkel, el primer ministro austriaco Kursk, el premier heleno Mitsotakis, el holandés Rutte, y un largo etcétera.

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P. Esteban

Para aquellos mandatarios la información de primera mano respecto al 'problema español' que tanto preocupa en Bruselas en las actuales circunstancias resulta sustancial. En asuntos como el buen uso de los fondos europeos, el ensanchamiento o estrechez de las libertades, la independencia de la Justicia o el libre ejercicio de la libertad de expresión, amén, del problema que el secesionismo catalán no es un asunto interno de los españoles. En modo alguno.

Todos saben que la imagen de 'happycountry' que Sánchez les ofrece no es real. Conocen sus macrocuentas públicas, su nivel de vida como primer ministro frente a la austeridad del holandés Rutte o la socialista finlandesa Sanna Marin. Su fuente informativa es la oposición española. De ahí, que Sánchez trate en todo tiempo y ocasión de 'pactar' con el jefe del Partido Popular una tregua europea mientras en el interior le engañe y le ningunea.

Iván Redondo dedica ahora gran parte de su tiempo a bailar el agua a los corresponsables de la prensa europea y, en algunos casos, consigue venderles su mercancía. A un precio razonable, naturalmente.

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