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Hasta el chuletón les cuartea
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Graciano Palomo

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Hasta el chuletón les cuartea

Un asunto tan prosaico, si se quiere, desde el punto de la teoría política, viene a confirmar que el Gobierno oficial es tal carajal que nada sorprende

Foto: Alberto Garzón en el Senado. (EFE)
Alberto Garzón en el Senado. (EFE)

¡Cómo se ha puesto el personal! Y todo porque una eminencia en nutrición y un reconocido luchador contra los gases contaminantes ha exigido/ordenado a sus súbditos españoles —un comunista elevado a categoría de ministro siempre se cree la reencarnación a la vez de Lenin/Stalin y Trosky— que dejen de comer carne.

Este ministro que se confiesa y alardea de 'comunista' es coherente. En aquellas naciones donde se ha instalado el comunismo —o si ustedes quieren el 'socialismo real'—, antes la URSS, ahora Cuba, Venezuela o Nicaragua, no se come carne. Y punto. Y ¿eso por qué? Sencillamente porque no hay para la población. Punto. Salvo para la 'nomenklatura' gobernante. Hasta ahí toda la coherencia en Alberto Garzón porque la comanda de su boda tiene acreditados centenares de buenos solomillos. ¡Que rabien!

Un asunto tan prosaico, si se quiere, desde el punto de la teoría política, viene a confirmar que el Gobierno oficial es tal carajal, tal desmadre, tan falto de 'oremus', que nada sorprende que Sánchez prefiera apoyarse en el otro, el paralelo, que le ha levantado Redondo, y que es el que realmente está al cargo del país. El problema es que disparan con pólvora del rey y a cargo del contribuyente.

Hasta ahí toda la coherencia en Alberto Garzón porque la comanda de su boda tiene acreditados centenares de buenos solomillos

El nuevo episodio protagonizado por este muchacho Garzón, que no sabe gestionar ni una mercería, viene a confirmar lo que cualquier pastor de las Urdes que escuche la radio libre puede intuir: que sienten vergüenza de unos ministros sin preparación, con mucha prepotencia y muchas ganas de montárselo personalmente y para el grupete. Garzón, al que siempre le ha sido más rentable la bajuna conspiración política dentro de su particular soviet y vivir de la mamandurria pública que trabajar, debe tomar una decisión para que la próxima vez que se mire al espejo no produzca vómito. Tras el choteo de su jefe acerca del chuletón en su punto, la ira de su coleguilla Planas (al menos este sabe de qué va la vaina) llamándole mentiroso y manipulador, el descojone a su costa por parte de García-Page, la opinión pública y publicada exigiendo su pequeña cabeza, por su salud mental debería bajarse del coche oficial y retirar los pocos papeles que tiene en un ministerio tan inservible como caro.

Llegó a terminar con el juego y las apuestas. Estas han batido todos los récords durante la reciente Eurocopa. Así que ganaderos, 'trankis', la nueva 'garzonada' hará que os quedéis sin existencias.

Foto: Pablo Casado, el año pasado en una explotación láctea en Lugo. (EFE)

El asunto no es ya Garzón, que políticamente no merece ni una letra más. La cuestión es el Gobierno como institución constitucional básica del poder en España. Degradado, sin unidad básica, sin proyecto común ni compartido, una amalgama de egos insostenibles e intereses personales y hasta espurios.

Definitivamente, ¿para esta colección de fenómenos/as hay que pagar impuestos?

P. D. Los que no comen carne en España son el millón largo instalado en las “colas del hambre”. ¿Satisfecho, Garzón? ¿O pretendes que resulte como en Cuba o Venezuela?

¡Cómo se ha puesto el personal! Y todo porque una eminencia en nutrición y un reconocido luchador contra los gases contaminantes ha exigido/ordenado a sus súbditos españoles —un comunista elevado a categoría de ministro siempre se cree la reencarnación a la vez de Lenin/Stalin y Trosky— que dejen de comer carne.

Alberto Garzón Unión Soviética (URSS)