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Entre 'patria' y 'matria' el pueblo se consume
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Graciano Palomo

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Entre 'patria' y 'matria' el pueblo se consume

En España este tipo de señuelos empieza a producir bocanadas de asco. Aquí tenemos un problema irresoluble que es el precio de la energía

Foto: Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social. (EFE)
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social. (EFE)

El asombro entre el pueblo llano no da más de sí. Con una pandemia en alza, con la economía tambaleándose, con colas del hambre, con millones de españolas(es) mano sobre mano, lo que menos pareciera importar son los debates ridículos, carentes de sustancia que el poder lanza con 'animus retrocandi'. Hay que escribir acto seguido, sin que me pese, con la complicidad generalizada de los medios de comunicación, aunque unos más que otros.

¿Qué asuntos son los que a una inmensa mayoría de ciudadanos les importa? Trabajo, empleo, impuestos, vivienda, educación, sanidad y lucha contra la pandemia. Lo mismo que a los alemanes, los franceses, los italianos (¡enhorabuena, Mario Draghi!), los canadienses o los británicos.

En España este tipo de señuelos empieza a producir bocanadas de asco. Aquí tenemos un problema irresoluble que es el precio de la energía. No se enfrenta ese asunto, históricamente no resuelto, mediante las provocaciones a título de "matria" y otras estulticias al pairo. Voces y ecos. El pueblo demanda un poco de seriedad y una miaja de respeto. ¡Ya está bien! Con la misma seriedad que la Agencia Tributaria reclama su parte con precisión prusiana ya sea a título de IVA, IRPF, impuestos de Sociedades, IBIS, etc. Larguísimo etcétera.

Foto: Joaquín Prat, en 'Cuatro al día'. (Mediaset)

La insoportable factura de la luz —cuando se juró que harían palidecer a Sánchez-Galán cuando se sentaran en la mesa del consejo de ministros— no se combate con chorradas. Estas hay que dejarlas para la sobremesa, con copas, de los fines de semana en las lujosas mansiones que el contribuyente les paga y que nadie se explica a estas alturas por qué no se lo pagan de su bolsillo.

La insoportable "industria política" (25.000 millones cada doce meses) que los interesados no tienen voluntad alguna de poner coto no se puede ocultar con propuestas ridículas importadas del Caribe.

No estiren en demasía la cuerda, señores políticos, porque aquí, hoy y esperemos que mañana, funciona Internet.

Mucho más en Cuba y Venezuela, claro. Como son incapaces de hacer con el poder cualquier cosa que no sea aumentar estratosféricamente su nivel de vida (nada más hay que ver cómo vestían y como lucen). La reforma laboral no será retirada, los ERTE son despidos y los parados son más parias. Y continúan silbando en la vida del AVE tratando de adormilar al respetable con cantos de sirenita 'da costa do norte'.

El asombro entre el pueblo llano no da más de sí. Con una pandemia en alza, con la economía tambaleándose, con colas del hambre, con millones de españolas(es) mano sobre mano, lo que menos pareciera importar son los debates ridículos, carentes de sustancia que el poder lanza con 'animus retrocandi'. Hay que escribir acto seguido, sin que me pese, con la complicidad generalizada de los medios de comunicación, aunque unos más que otros.

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