Los 'indepes' se van a Francia

Los informes confidenciales destinados al Gobierno hablan de una concentración de independentistas catalanes (dirigentes, el pueblo está empeñado exclusivamente en la supervivencia) en suelo galo, convocados por su huido favorito, Carles Puigdemont.

Tratan de recomponer las relaciones lastradas por los ávidos intereses personales sobre la base del enemigo común: España. Sin olvidar la eterna cantinela de los "Päisos" que solo existen en su sueño equinoccial similar al de Lope de Aguirre, que ya sabemos cómo acabó.

Los separatistas catalanes, trufados de "progresismo" (sic), creen que, en ese empeño imposible en la Europa del siglo XXI, podrán incluir territorios que están bajo soberanía francesa sin haber aprendido nada de la Historia. Francia es un poderoso estado de la Unión, con vocación esencialmente jacobina y cualquier intento de zarpazo, siquiera a título teórico, será respondido con la ferocidad democrática tan propia de París cuando ve amenazado su predio. Porque, al final, todos los presidentes galos después de la II Guerra Mundial llevan el tinte gaullista.

"Será respondido con la ferocidad democrática tan propia de París cuando ve amenazado su predio"

Los vuelos gallináceos del independentismo destinados a trastocar el 'statu quo' europeo no van a llegar más allá de su propio corral. Pero necesita repicar el cacareo desde que sale el sol hasta el ocaso. Andan esos burgueses irredentos cuitados porque el Tribunal de Cuentas y la Justicia han demostrado que malversaron dinero que no era suyo, sino de los ciudadanos que dicen defender. El bolsillo ha sido siempre su talón de las pelas. Ese fue el error Rajoy cuando estalló la revuelta en el 2017.

El pueblo español en su conjunto, incluyendo a los más de cuatro millones de catalanes constitucionalistas, está hasta el mismísimo gorro de los berridos de los dirigentes independentistas. Primero fue el "España nos roba"; luego, el martirio sanguinario de un régimen irredento y ahora los pisos de sus niños.

Animo a que lleven su cantinela a territorio francés —que dicen forma parte de la Cataluña inmortal— y sabrán lo que es la respuesta de un Estado poderoso y sin complejos.

La unidad es progresista; la separación es la Edad Media.